A finales de abril de 1986, cuando el mundo estaba pendiente del accidente nuclear de Chernóbil, ardió la Biblioteca Central de Los Ángeles. En ese momento Susan Orlean vivía en Nueva York y se extrañó de que un acontecimiento tan relevante no tuviera una cobertura informativa más amplia; no obstante, las consecuencias de la central nuclear soviética eclipsaban los medios y al público y no fue hasta un día después cuando The New York Times se hizo eco de la noticia en la página 14.