Que el mundo aceleraba a un ritmo vertiginoso ya lo anunciaron los vanguardistas hace un siglo. Todo se mueve tan rápido que las novedades tienen una breve esperanza de vida, caducan en un plazo mínimo y son sustituidas por otras que durarán tanto como las anteriores.
Un ejemplo de ello lo podemos atisbar en el mundo editorial, donde los volúmenes que decoran los escaparates varían en cuestión de días, o, como señala Alberto Olmos en su artículo "Los nazis no quemaron tantos libros como nosotros", son eliminados de las bibliotecas si en un plazo de tres años ningún socio ha hecho uso de ellos.
Cada día aparecen nuevas publicaciones que reclaman nuestra atención mediante atractivas y sugerentes portadas que las hagan distinguirse del maremágnum que atiborra las librerías. Nuestros ojos pasean por las mesas o estanterías donde se agolpan esos ejemplares huérfanos de lector que buscan dueño. Ante tan vasto panorama, nos detenemos sólo ante aquellos que nos atrapan por la imagen o por el conocido nombre del autor (que no siempre es sinónimo de calidad literaria). Algunos incluso los giramos y nos molestamos en leer algo de su contraportada, pero otros ni siquiera gozan de ese privilegio.
De sobra es conocido que no todo lo que se escribe es publicado. Las editoriales rechazan a diario los manuscritos de autores noveles con los que no desean arriesgar. Numerosos han sido los escritores hoy consagrados que fueron ninguneados por sellos editoriales: Nabokov, Orwell, J.K. Rowlling, Kipling, Joyce, García Márquez, Kennedy Toole... Sin embargo, muchos de ellos no se rindieron hasta lograr ver impresas sus obras. Por otra parte, quienes contaban con medios, podían alcanzar esta meta pagando por ello, porque, como señaló Quevedo a principios del siglo XVII, "Poderoso caballero es don Dinero".
En los últimos años se ha democratizado la publicación de libros a través de plataformas digitales que ayudan a que escritores desconocidos irrumpan tímidamente en el mundo editorial. La diferencia estriba en que nadie hace por ellos una relevante campaña publicitaria ni distribuye por las librerías de todo el país, por lo que esta labor queda en manos del propio autor, sus allegados, el boca a boca y las redes sociales.
Gracias a ello, el pasado 14 de julio apareció editado en Amazon en formato digital En el punto de mira, primera obra de Arantxa Rufo (Madrid, 1979). Esta novela policíaca ambientada en Londres se desarrolla en apenas veintidós días (del 20 de mayo al 12 de junio), periodo en el que se sucederán a gran velocidad unos acontecimientos que mantendrán al lector en tensión hasta el final.
El libro lleva el mismo título que una película de semejante estilo estrenada en 2008 y dirigida por Pete Travis, en la que el presidente de Estados Unidos viaja a Salamanca, donde es tiroteado. Pero las coincidencias acaban ahí, las tramas de ambas obras no están vinculadas.
En el barrio financiero londinense es asesinado un importante hombre de negocios a manos de un certero francotirador. Inmediatamente Scotland Yard inicia una investigación que recaerá sobre el tenaz inspector Daniel Ryman, quien teme encontrarse ante un asesino a sueldo cuyos casos anteriores no han podido ser resueltos. Lo importante no será descubrir quién es el brazo ejecutor, pues la propia autora nos lo desvela desde los primeros capítulos, sino observar cómo evoluciona la investigación policial para dar con el que el lector ya sabe que es el culpable.
La novela consta de un Prólogo, 48 capítulos y dos Epílogos. Al inicio de todos ellos se nos sitúa el día, la hora y el lugar en el que se desarrolla cada uno, para que el lector se ubique a la perfección en cada momento. Acompañaremos a los personajes a lo largo de la investigación, veremos cómo ésta evoluciona, temeremos por unos o por otros, justificaremos sus acciones o los juzgaremos y sufriremos sus mismos miedos y dudas.
Como no podía ser de otra manera, la situación se complica al mezclar los sentimientos con el trabajo, combinación que en ocasiones puede llegar a ser explosiva, y en este caso es mucho más que compleja.
Arantxa Rufo logra que la tensión no decaiga a lo largo de las 459 páginas que conforman la obra, y ésa no es labor fácil. Es más, consigue que el lector sienta desazón por querer continuar avanzando en la narración para ir desentrañando los hechos y vivirlos con los personajes.
En el punto de mira no cumple las expectativas que a priori se podrían tener de la primera novela de una autora desconocida. En tal caso, las supera con creces, pues no sólo la trama se desarrolla con éxito, sin puntos débiles que la hagan flaquear y tambalearse, sino que, además, está muy bien escrita y sabe llevar de la mano, a ciegas, a un lector ávido por devorar cada capítulo con el que se encuentra.
La novela no termina con el punto final. Quien concluye la obra se empieza a plantear posibles maneras de continuar esta historia que no desea ver extinguirse en el ocaso literario. Y, siendo honestos, a mí me gustaría leer cuanto antes el siguiente libro de Arantxa Rufo.
Mi más sinceras felicitaciones para Arantxa Rufo por su trabajo. Su novela, que ojalá salga pronto en papel, merece ser conocida, leída y aplaudida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario