Las lecturas galdosianas de noviembre se han visto reducidas de manera involuntaria. Aun así, han caído en nuestras manos tres novelas, dos de ellas, Episodios nacionales.
Miau, publicada en 1888, forma parte del ciclo de novelas españolas contemporáneas. En ella Galdós satiriza el mundo absurdo de la burocracia en el que tienen más importancia las relaciones personales que la valía individual para conseguir un puesto. De hecho, evidencia el autor la cantidad de vividores y enchufados que viven de la función pública sin saber ni hacer absolutamente nada, lo que propicia una mala gestión administrativa; mutatis mutandi, un antecedente de lo que sucede en la actualidad.
El protagonista, Ramón Villaamil, es un funcionario serio y competente del Ministerio de Hacienda que ha sido cesado debido a retorcidas intrigas poco antes de alcanzar el tiempo necesario para la jubilación. Su objetivo es lograr ser readmitido, pues con él conviven su esposa, que es una derrochadora, una hermana de esta, su hija y su nietito Luis, de quien se burlan sus compañeros del colegio con el apodo familiar, Miau. El descenso a los infiernos del protanista es irremediable, pues cuantas más cartas envía y cuantas más visitas hace para solicitar un puesto, sus objetivos se van degradando. La necesidad y el hambre apremian, hasta que aparece en su casa el padre de Luisito, el yerno disoluto que entorpecerá la reinserción laboral de su suegro y se burlará de las mujeres de la casa. El contraste con la sordidez de la historia lo ofrece el niño, cuya inocencia lo hará tener visiones divinas y dar respuestas claras a los adultos. El final de la novela, sin embargo, es duro y provoca a reflexión del lector
En Miau observamos de nuevo una crítica a los que mueven los hilos del poder, así como a quienes viven de las apariencias y muestran una imagen contraria a lo que son en realidad.
Los dos Episodios nacionales que han ocupado nuestro tiempo pertenecen a la segunda serie y fueron escritas ambas en 1876; se trata de la cuarta y la quinta: El Grande Oriente y Siete de julio.
El Grande Oriente está ambientada en el Madrid de 1821 y tiene como personaje central de nuevo a Salvador Monsalud, quien se mezcla tanto con personajes reales como de ficción. Se relatan en este episodio los acontecimientos que suceden tras el fallido intento de Matías Villuesa de restaurar el absolutismo, y describe el comportamiento del gobierno liberal, formado por algunos masones (de ahí el título escogido por Galdós). Como es habitual, se suceden las intrigas y las colocaciones a dedo, algo que no es extraño en los gobiernos españoles de distinto pelaje.
Siete de julio narra el frustrado intento de sublevación en 1822 de la Guardia Real, con el apoyo de Fernando VII contra el gobierno constitucional del Trienio Liberal. Como sucede en todos los Episodios se mezclan los hechos históricos con elementos literarios folletinescos, en este caso relacionados con Salvador Monsalud, Solita y su padre, Urbano Gil de la Cuadra, un absolutista que ya había aparecido en episodios anteriores.
Estas tres novelas tienen en común una crítica ácida a la corrupción y el nepotismo que impregna los distintos gobiernos que ha tenido España en el siglo XIX y de la que, desgraciadamente, se pueden ver reflejos en el presente.
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