De ratones y hombres (1937) es la quinta novela escrita por el norteamericano John Steinbeck (1902-1966). De su pluma nacieron también obras tan conocidas como Las uvas de la ira (1939), La perla (1947) o Al este del Edén (1952), que no tardaron en ser adaptadas al cine. En 1962 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.
Esta novelita de poco más de cien páginas se puede considerar, mutatis mutandi, una tragedia griega. Los personajes no son elevados, pero sí representan conductas humanas. Desde el principio de la historia se nos presenta a los protagonistas (George Milton y Lennie Small), un par de trabajadores de rancho que se ven obligados a llevar una vida itinerante ya que les cuesta permanecer en el mismo sitio. Son buenos trabajadores, Lennie es fuerte y George hábil, pero este último debe cuidar y controlar a Lennie. Su apellido (Small) es una ironía del destino, pues es un hombre alto y fuerte, pero que posee un cerebro mínimo, escaso, infantil, por lo que se comporta como un niño pequeño al que hay que vigilar para que no cometa imprudencias.
Desde el primer capítulo ya planea la tragedia. A través de la conversación de los protagonistas sabemos que tuvieron que huir del rancho anterior por algo que sucedió en él y en lo que se vio implicado Lennie por su torpeza. George hace prometer una y otra vez a Lennie que no cometerá los mismos errores, pero la promesa se esfuma en el mismo instante en el escaso cerebro del hombretón.
No obstante, la esperanza planea también en la historia en dura pugna con la tragedia. Han conseguido un nuevo trabajo, pueden ahorrar dinero y alcanzar su sueño: poseer su propia granja y criar conejos.
En el nuevo rancho son bien acogidos por los trabajadores, no así por el hijo del dueño, un joven bravucón que se da a respetar con sus puños. Y como no podía faltar en esta tragedia, hay un elemento detonante que deflagra la paz del rancho: la joven esposa del hijo del dueño, una mujer hermosa, ardiente, que se siente insatisfecha y juguetea con todos. Es la Eva de la historia, la tentación que trompe el equilibrio masculino, la que provoca el trágico final de una historia aparentemente sencilla que oculta una enorme profundidad vital.
A lo largo de las páginas el autor va dejando caer pistas de lo que sucederá al final: un perro viejo, una ilusión frustrada, el acceso a armas de fuego, la realidad frente al deseo...
El final de la historia, que no vamos a desvelar, provoca una reflexión ética en el lector que lo hace cuestionarse determinados paradigmas.
Es, sin duda, una obra redonda de una maestría incuestionable. En tan pocas páginas Steinbeck logró concentrar estilo y trama de una manera perfecta, pues, además, deja entrever otros temas que lo preocupaban: el racismo y desprecio hacia los negros, las dificultades de la clase obrera, la brutalidad en un mundo de hombres...
Steinbeck fue criticado en su época y tachado de comunista por reivindicar, tanto en esta novela como en Las uvas de la ira, los derechos de los trabajadores. Hoy vemos que buscaba justicia social y que el tiempo le dio la razón.
De ratones y hombres fue adaptada al cine con éxito en dos ocasiones: en 1939 fue dirigida por Lewis Mileston y en 1992, por Gary Sinise.
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