En 2011 Espido Freire, la flamante ganadora más joven del Premio Planeta con Melocotones helados, se atrevió a rescatar un personaje histórico `poco conocido para recrear su vida de una forma literaria. La elegido fue Kristina Haakonardóttir (1240-1262), una princesa noruega que casó en Castilla con uno de los hermanos de Alfonso X el Sabio.
La novela está narrada por la propia voz de la protagonista, quien recorre de forma circular su vida y la de los suyos. Partimos desde Sevilla en 1262 y allí terminamos la historia de esta joven trasplantada de un país a otro, del frío del norte a la calidez andaluza, de la oscuridad del cielo al sol sevillano y su olor a naranjos.
Para responder al porqué de su mudanza, Kristina empieza su relato con el origen de su extirpe vikinga y la leyenda que rodea a su familia y a su padre, el rey Haakon IV. Relata las vivencias de diversos miembros de su familia para configurar la suya propia: la abuela Inga, su bisabuelo el rey Sverre, su madre, su hermana Cecilia y su hermano Sigurd.
Todos estos antecedentes desembocan en una decisión política, la alianza comercial entre Noruega y Castilla a través de un matrimonio concertado, el de la joven Kristina con uno de los hermanos del rey castellano, ya que este ya estaba desposado.
En 1257 inicia junto a un séquito numeroso el largo trayecto en barco hacia tierras castellanas; sin embargo, tras arribar en Inglaterra, optan por continuar el viaje a pie a través de Francia para evitar la piratería del Cantábrico. ¡Qué duro fue ese camino para la joven princesa!
La Nochebuena de ese año la celebraron en Burgos, en una corte que difería demasiado del entorno en el que se había criado. Dejada a su suerte por sus pocos consejeros en las nuevas tierras, Kristina se sintió inmensamente sola en un lugar desconocido que la recibió con hostilidad.
Desposó con Felipe, hermano del rey, por el que sintió una atracción que no fue compensada. Las mujeres de la corte la veían como una invasora: su estatura, sus ojos claros, su pelo rubio, sus galas y sus modos nórdicos no gustaron a las locales.
Las vicisitudes de Kristina en Castilla forman parte, en su mayoría, del relato novelesco inspirado en los hechos recogidos por la historia. La autora, a través de la voz de la protagonista, nos trasmite la soledad, la nostalgia y el desarraigo de una mujer que siempre añoró su tierra y que no logró adoptarse a su patria de adopción.
Su prematura muerte por causas que la novela intenta explicar la convirtieron a ella también en una leyenda que merece ser recordada como ha hecho Espido Freire.
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