Deja unos puntos
suspensivos sobre la acera con el rítmico golpeteo de sus tacones. Al cruzar la
calle abre un paréntesis entre el denso tráfico que se detiene admirado ante el
ondulante movimiento de sus caderas.
Se gira y me mira. La sensualidad de su rostro queda enmarcada entre las comillas que dibuja el coqueto aleteo de sus pestañas. Con un tímido interrogante de hombre inseguro la invito a tomar una copa. Pero un leve mohín desdeñoso pone punto final a mi sueño de poseerla.
Se gira y me mira. La sensualidad de su rostro queda enmarcada entre las comillas que dibuja el coqueto aleteo de sus pestañas. Con un tímido interrogante de hombre inseguro la invito a tomar una copa. Pero un leve mohín desdeñoso pone punto final a mi sueño de poseerla.
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