Para los lectores que se corrieron de gusto con Cincuenta sombras de Grey y aquellos que sienten una náusea irreprimible al escuchar ese título, les recomiendo un acercamiento directo a Elogio de la madrastra, verdadera novela erótica publicada por Mario Vargas Llosa en Tusquets en 1988 y que pasó con más pena que gloria por las mentes más o menos sórdidas y necesitadas que nos rodean. Con tan solo 89 páginas la relación incestuosa entre doña Lucrecia y su hijastro impúber, además de los asaltos retozones entre la misma señora y su amante esposo don Rigoberto, le subirán los colores y calores a los que les guste leer para conocer. Como muestra sirvan estos sencillos fragmentos entresacados al azar del primer capítulo:
"...doña Lucrecia sintió que ardía de pies a cabeza. 'Pero no es la fiebre', se dijo, aturdida. ¿Era posible que la caricia inconsciente de un niño la pusiera así? Te estás volviendo una viciosa, mujer. ¿Sería el primer síntoma de envejecimiento? Porque lo cierto es que llameaba y tenía las piernas mojadas."
"Su marido le había levantado el camisón y le acariciaba las nalgas, en un movimiento circular y metódico, mientras le besaba los pechos. (...) Doña Lucrecia le besó en el cuello y mordisqueó sus tetillas hasta hacerlo gemir. (...) Apresuradas, sus manos separaban las piernas de doña Lucrecia con una suerte de exasperación. La acuclillaron sobre él, la acomodaron, la abrieron. Ella gimió, adolorida y gozosa, mientras, en un remolino confuso, divisaba una imagen de San Sebastián flechado, crucificado y empalado."
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