martes, 24 de marzo de 2020

Marzo de confinamiento con Galdós

     El mes de marzo comenzó con cierta incertidumbre por las noticias que nos llegaban del exterior y se terminó de torcer cuando la epidemia se extendió irremisiblemente por España en contra de la opinión de los más descreídos, quienes se burlaban de los malos augurios. Sin embargo, el 14 de marzo el Gobierno decretó el estado de alarma y confinó a la población en sus viviendas por un periodo inicial de quince días. ¿Qué hacer mientras tanto? Una buena opción es leer a Benito Pérez Galdós.
     Empezamos marzo con Marianela, novela publicada en 1878 y que cierra el ciclo de las denominadas novelas de tesis, aunque algunos de sus personajes aparecerán en novelas posteriores.
      Marianela, Nela, es una joven huérfana poco agraciada que sirve de lazarillo a Pablo, un joven ciego de familia acomodado que le promete amor eterno a la muchacha sin haberla visto a ella ni a ninguna otra. El doctor Golfín llega al pueblo minero y logra devolver la vista a Pablo, quien al ver a su hermosa prima se enamora de ella y desprecia a Nela. La huérfana, desconsolada, busca y halla la muerte.
     A pesar de que muchos consideran que es una magnífica obra que ha sobrevivido al paso del tiempo y presenta actualidad, difiero de ese punto de vista. La novela está cargada de una religiosidad y un virtuosismo que parecen más de otra época y que contrasta con otras narraciones de Galdós más liberales. Aun así, el escritor no cae en finales empalagosos, sino que el pesimismo vital se impone en una historia que prometía una victoria del idealismo sobre la realidad.
     Diversas versiones se han realizado tanto en teatro como en cine de Marianela. Margarita Xirgú, la actriz favorita de Lorca, protagonizó la adaptación teatral que los hermanos Álvarez Quintero estrenaron en el teatro Princesa en 1916. En 1940, 1955 y 1972 fue llevada al cine y con posterioridad se adaptó a series de televisión e incluso a cómic.

     Tras Marianela, y siguiendo los pasos de uno de sus personajes, Celipín Centeno, me fui a Madrid con El doctor Centeno. Publicada en 1883, abre el ciclo de las novelas españolas contemporáneas y comparte personajes con otras de ese ciclo y del anterior.
     Felipe Centeno, apodado "Felipín", "Aristóteles" o doctor Centeno, huyó de su pueblo minero siendo un niño con la ilusión de estudiar Medicina en Madrid, tal y como se relata en Marianela. Sin embargo, la realidad se impone a la ilusión y el pequeño cae en la mendicidad en la capital, hasta que es ayudado por Alejandro Miquis, un joven estudiante de Derecho, quien lo introduce en la casa del sacerdote Pedro Polo, que dirige una escuela en la que se instruirá con escaso resultado Felipín. Un tiempo después debe abandonar esa casa y empieza a servir a Alejandro Miquis, quien recibe una suntuosa herencia que no tarda en dilapidar. Su exceso de bondad y de desprendimiento hacen que el personaje vaya decayendo cada vez en ambientes más bajos, hasta que enferma y fallece de tuberculosis.
     Esta historia nos trae reminiscencias de El Lazarillo y su etapa con su tercer amo, el escudero, a quien el sirviente tiene que ayudar a sobrevivir. En ambos casos el niño, que siente gran afecto por su amo, se desvive por satisfacer sus necesidades, hasta que se ve, de diferente manera, abandonado por este y de nuevo solo y en la calle.
     Como en otras novelas galdosianas, el autor nos ofrece una amplia nómina de personajes que reflejan conductas sociales de la España del momento, algunas de las cuales siguen presentes: los vividores, los estafadores, los hipócritas, los bondadosos que sufren el expolio de los otros... En definitiva, mucho no han cambiado algunas conductas en ciento cincuenta años.
     Veremos qué nos depara abril.


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