jueves, 20 de agosto de 2020

El enigma de la habitación 622

       El enigma de la habitación 622 (Alfagura, 2020) es la última novela con que el escritor ginebrino Joël Dicker (1985) ha irrumpido en las librerías. 
      La acogida de esta obra ha sido desigual; mientras algunos aplauden al escritor, otros lo descalifican y alegan falta de originalidad, redundancia de ideas o debilidad argumental. 
     Joël Dicker cometió el error de darse a conocer con una historia magistral. La verdad sobre el caso Harry Quebert (Alfaguara, 2012) elevó a un joven desconocido a la cima de la narrativa de intriga contemporánea. Todo fueron alabanzas, premios y parabienes: había nacido una estrella en el universo literario. Sin embargo, ese ha sido su mayor obstáculo en su carrera. Los títulos que han seguido a su afamada novela (Los últimos días de nuestros padres, aunque se publicó en Francia en primer lugar, a españa llegó después que la otra; El libro de los Baltimore, 2015; La desaparición de Stephanie Mailer, 2018) no han terminado de gustar al público ni a la crítica, no porque sean malas, sino porque salen perdiendo en comparación con aquella.
     ¿Se imaginan que Cervantes hubiese publicado en primer lugar el Quijote y a continuación La Galatea o las Novelas ejemplares? ¿Que Tólstoi se hubiese dado a conocer con  Guerra y paz o Dostoievski con Crimen y castigo? ¿Que Galdós se hubiera presentado con Fortunata y Jacinta y Lorca con La casa de Bernarda Alba?
      Es muy duro competir con los demás, pero más aún hacerlo con uno mismo cuando se ha tocado el cielo al primer salto. Tal vez por eso Juan Rulfo decidió quedarse para siempre en Comala y no tentar a la suerte de nuevos caminos.
      El enigma de la habitación 622 es una novela de intriga con toques cinematográficos de comedia de enredo y humor. Dicker ubica la historia en su ciudad natal, Ginebra, además de en otras localizaciones de Suiza, y se utiliza a sí mismo como personaje de la historia. Además, hace un homenaje a Bernard de Fallois, su editor, que falleció en enero de 2018 y a quien el autor dedica su novela
      El escritor Joël Dicker, tras sufrir una ruptura amorosa, decide curar sus heridas en un hotel de montaña. En él conocerá a una británica que lo animará a averiguar qué sucedió en una de las habitaciones del hotel en el que se hallan. 
      Como suele suceder en sus novelas, el autor utiliza diversos puntos de vista narrativos (narrador protagonista, narrador externo en tercera persona...) para relatar los hechos mediante numerosos saltos en el tiempo. Continuamente pasamos del presente al pasado y de este a un pasado anterior, lo que provoca que el lector deba estar atento en todos momento para no desubicarse. Además, se nos relata una historia dentro de otra historia que está dentro de otra historia..., una técnica narrativa bastante conocida y que Dicker emplea con acierto en el relato.
      Los personajes son en su mayor parte, redondos, con unas personalidades flexibles que ayudan a sorprender al lector. Como siempre, hay un asesinato, y poco a poco se va desenredando la madeja que nos conduce a la mano ejecutora. En ese camino el autor nos da pistas y nos distrae lanzándonos argumentos que señalan a uno u otro personaje, pues todos ellos podrían ser quienes cometieron el crimen.
      El ritmo de la novela es ameno y va llevando de la mano al lector hasta la página final, pues sabe mantener la intriga hasta el último momento.
      Tal vez criticaría de la obra la excesiva idealización que hace Dicker de los personajes y un final flojo que recurre a una técnica sencilla para explicar parte de la trama del que no voy a desvelar nada.
      ¿Vale la pena leer El enigma de la habitación 622? Si el lector busca una novela de intriga entretenida que lo anime a seguir pasando páginas, sí. Porque si la comparamos con otras publicaciones actuales de su género, la de Dicker sale ganando.


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