lunes, 30 de enero de 2023

Réquiem por un escritor canario

     Eladio Monroy se ha quedado huérfano. Esta mañana su creador ha sucumbido a los sobresaltos de un corazón tan grande que no le cabía en el pecho. No es literatura, no se trata de ficción ni es la séptima entrega del estibador retirado. Por desgracia, la realidad le ha dado un tajo al tiempo de Alexis Ravelo y ha provocado el último funeral de Eladio Monroy.
    Quienes lo conocían resaltan sus virtudes: el dominio de la escritura y su bonhomía. El escritor grancanario destacaba por su generosidad, su cercanía, su risa afable y sus ganas de vivir. Era un autor consagrado que no dudaba en acercarse a los aprendices que lo mirábamos con adoración para compartir su tiempo y su saber con todos. Porque la vida era eso, dar sin esperar nada a cambio. Era su estrategia de pequinés.
    Amante de la novela negra, se movía bien en los territorios cortos del relato y la minificción, sus textículos. Crítico con las situaciones que consideraba injustas, a través de sus historias no dudaba en arremeter con quien lo mereciera, en poner el dedo en llagas y en denunciar abusos que, desde la ficción, sonaban a indirectas de tíos con una bolsa en la cabeza.
    El único consuelo que nos queda son sus obras, más de dos decenas de volúmenes que nos parecen pocos cuando la parca decide hacer su trabajo tan temprano, compañero.
    Hoy es el peor de los tiempos, solo los muertos lo saben. Es día de panegíricos, de entonar un réquiem respetuoso por quien era un maestro de las letras canarias. Se acabaron los milagros prohibidos y los nombres prestados. Hoy las flores sí sangran y nos hacen morir despacio en la última tumba que nos deja con esa ceguera de cangrejo como si no hubiera mañana. Esperamos que tengas la otra vida que ocultaba Ned Blackbird en una noche de piedra que sigue a los días de mercurio. No tenías que morir ni despacio ni hoy ni mañana ni nunca. Aquí te esperamos los tipos duros que, en tu ausencia, leerán poesía. 
    Gracias por tu legado. Gracias por tanto. Hasta siempre, Alexis Ravelo.




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