En su Poética, Aristóteles, para explicar las diferencias entre comedia y tragedia, afirma que la tragedia, al contrario que la otra, aplica nombres familiares porque "lo posible es convincente; las cosas que no han sucedido no las creemos posibles, mientras es evidente que lo que ha ocurrido es posible, pues, si fueran imposibles, no habrían sucedido". Es decir, todo aquello que acontece en la realidad es creíble, ya que tenemos la certeza de su posible existencia. Pero, ¿qué pasa cuando la realidad es tan extraña que roza la inverosimilitud, cuando los hechos efectivamente acaecidos parecen imposibles desde un punto de vista de la lógica, o la realidad es manipulada para crear lo que se ha venido a denominar en los últimos tiempos "la posverdad"?
Jorge Volpi presenta un trabajo exquisito y concienzudo en Una novela criminal (Premio Alfaguara de novela 2018). Desde la Advertencia inicial el autor nos aclara que al abrir el volumen nos adentramos en "una novela documental o novela sin ficción" (lo que nos seguirá recordando en cada uno de los capítulos para que no perdamos la perspectiva). Esto que, a priori, puede parecer una contradicción está justificado, pues se le otorga forma literaria a unos hechos acaecidos en México en 2005 y cuyas consecuencias se van a desarrollar prácticamente hasta el momento presente.
Volpi se adentra en la causa judicial en la que se vieron envueltos el mexicano Israel Vallarta y la ciudadana francesa Florence Cassez. Quienes hayan tenido conocimiento del caso a través de los medios de comunicación sabrán lo complicado del proceso, que recuerda sin lugar a dudas a la novela homónima de Franz Kafka (El proceso, 1925), en la que su protagonista, Joseph K, es detenido y juzgado sin conocer la causas que han provocado estos sucesos.
El autor, que supo del arresto de los acusados mientras se hallaba fuera de su país, siguió los acontecimientos a través de la prensa escrita y la televisión como muchos otros mexicanos, quienes pudieron ver a través de sus pantallas la supuesta captura en directo de dos peligrosos criminales cabecillas de un grupo que acumulaba numerosos secuestros en su haber. Los telespectadores mexicanos (muy sensibilizados con este tipo de delitos que acaecen a diario en su entorno) contuvieron la respiración ante la proeza de la Agencia Federal de Investigaciones, pues no solo habían desmantelado la red delictiva, sino que, además, habían logrado rescatar a tres secuestrados sin que ninguno sufriera daños.
Estos hechos, dignos de una película de acción con final feliz, hubiesen quedado en un gran triunfo de la AFI si inmediatamente no hubiesen empezado a surgir contradicciones y revelaciones insospechadas pero altamente sospechosas.
El desajuste entre lo que afirmaban las fuerzas de seguridad y lo manifestado por otros implicados fue lo que animó a Jorge Volpi a adentrarse en los vericuetos de estos acontecimientos desde su inicio, intentando de este modo desentrañar cuánta verdad se ocultaba en una montaña de mentiras construida por aquellos que carecen de escrúpulos para alcanzar un objetivo.
El autor no solo se informó a través de la prensa de los hechos acaecidos, sino que ha seguido el proceso a través de la lectura de los informes y transcripciones policiales y judiciales a los que ha tenido acceso, las entrevistas con los detenidos, familiares, abogados, jueces, y todos aquellos que hayan podido dar algo de luz a tan compleja historia.
Este proceder nos recuerda el trabajo realizado en los años sesenta del pasado siglo por Truman Capote, quien creó una nuevo género de narrativa (la novela testimonio) al escribir A sangre fría (http://letrasimposibles.blogspot.com/2017/09/a-sangre-fria.html) tras investigar un asesinato múltiple en Estados Unidos. A Capote se le achacó que quizá había empatizado demasiado con los asesinos, lo que desmerecería la objetividad de la obra. Sin embargo, Volpi no parece apiadarse de los implicados en el caso mexicano, dado que plantea en varias ocasiones cuánta verdad hay en sus testimonios.
Por otra parte, se podría vincular la técnica empleada por Volpi con la que ha utilizado la Premio Nobel ucraniana Svetlana Alexievich en sus "novelas de voces" (http://letrasimposibles.blogspot.com/2016/05/svetlana-alexievich-y-sus-voces-de.html), pues la escritora actúa como una mera intermediara entre los relatos de las víctimas y las páginas del libro, ya que intenta mantener una objetividad rigurosa en lo que escribe, pero dándole una forma literaria que resulte atractiva al lector.
Una novela criminal, pese a su título, no es un relato de ficción, ni siquiera narra una historia inspirada en hechos reales. Es el producto de la investigación meticulosa llevada a cabo por su autor, quien busca desentrañar la verdad, desenmascarar a los falaces, denunciar los abusos de un sistema policial corrupto, buscar la justicia donde impera su opuesto y resaltar las desigualdades que surgen en función de la nacionalidad de los incriminados.
En un país tan inestable como México, Volpi se arriesga a colgar el cascabel a un gato que no se deja siquiera acariciar y que no duda en sacar las uñas a quien no le siga la corriente. Aun así, el escritor no afirma con rotundidad la inocencia o no de los acusados (de hecho, concluye la obra cargado de dudas), simplemente ofrece los datos que ha recabado para que sea el lector quien determine por qué lado de la balanza se inclina. Y tú, ¿te atreves a convertirte en juez de la causa de Israel Vallarta y Florence Cassez?
El autor, que supo del arresto de los acusados mientras se hallaba fuera de su país, siguió los acontecimientos a través de la prensa escrita y la televisión como muchos otros mexicanos, quienes pudieron ver a través de sus pantallas la supuesta captura en directo de dos peligrosos criminales cabecillas de un grupo que acumulaba numerosos secuestros en su haber. Los telespectadores mexicanos (muy sensibilizados con este tipo de delitos que acaecen a diario en su entorno) contuvieron la respiración ante la proeza de la Agencia Federal de Investigaciones, pues no solo habían desmantelado la red delictiva, sino que, además, habían logrado rescatar a tres secuestrados sin que ninguno sufriera daños.
Estos hechos, dignos de una película de acción con final feliz, hubiesen quedado en un gran triunfo de la AFI si inmediatamente no hubiesen empezado a surgir contradicciones y revelaciones insospechadas pero altamente sospechosas.
El desajuste entre lo que afirmaban las fuerzas de seguridad y lo manifestado por otros implicados fue lo que animó a Jorge Volpi a adentrarse en los vericuetos de estos acontecimientos desde su inicio, intentando de este modo desentrañar cuánta verdad se ocultaba en una montaña de mentiras construida por aquellos que carecen de escrúpulos para alcanzar un objetivo.
El autor no solo se informó a través de la prensa de los hechos acaecidos, sino que ha seguido el proceso a través de la lectura de los informes y transcripciones policiales y judiciales a los que ha tenido acceso, las entrevistas con los detenidos, familiares, abogados, jueces, y todos aquellos que hayan podido dar algo de luz a tan compleja historia.
Este proceder nos recuerda el trabajo realizado en los años sesenta del pasado siglo por Truman Capote, quien creó una nuevo género de narrativa (la novela testimonio) al escribir A sangre fría (http://letrasimposibles.blogspot.com/2017/09/a-sangre-fria.html) tras investigar un asesinato múltiple en Estados Unidos. A Capote se le achacó que quizá había empatizado demasiado con los asesinos, lo que desmerecería la objetividad de la obra. Sin embargo, Volpi no parece apiadarse de los implicados en el caso mexicano, dado que plantea en varias ocasiones cuánta verdad hay en sus testimonios.
Por otra parte, se podría vincular la técnica empleada por Volpi con la que ha utilizado la Premio Nobel ucraniana Svetlana Alexievich en sus "novelas de voces" (http://letrasimposibles.blogspot.com/2016/05/svetlana-alexievich-y-sus-voces-de.html), pues la escritora actúa como una mera intermediara entre los relatos de las víctimas y las páginas del libro, ya que intenta mantener una objetividad rigurosa en lo que escribe, pero dándole una forma literaria que resulte atractiva al lector.
Una novela criminal, pese a su título, no es un relato de ficción, ni siquiera narra una historia inspirada en hechos reales. Es el producto de la investigación meticulosa llevada a cabo por su autor, quien busca desentrañar la verdad, desenmascarar a los falaces, denunciar los abusos de un sistema policial corrupto, buscar la justicia donde impera su opuesto y resaltar las desigualdades que surgen en función de la nacionalidad de los incriminados.
En un país tan inestable como México, Volpi se arriesga a colgar el cascabel a un gato que no se deja siquiera acariciar y que no duda en sacar las uñas a quien no le siga la corriente. Aun así, el escritor no afirma con rotundidad la inocencia o no de los acusados (de hecho, concluye la obra cargado de dudas), simplemente ofrece los datos que ha recabado para que sea el lector quien determine por qué lado de la balanza se inclina. Y tú, ¿te atreves a convertirte en juez de la causa de Israel Vallarta y Florence Cassez?
No conozco el caso acontecido.
ResponderEliminarPero, como siempre, magnífica descripción y comentario sobre la novela.
Muchas gracias, Conchi. Es una historia muy interesante y está muy bien relatada por Volpi.
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