martes, 19 de abril de 2022

Tan poca vida

     Hay historias que entretienen, hacen pasar un buen rato, pero que se diluyen con facilidad de la memoria. Otras traspasan al lector, lo atrapan, se lo llevan a su terreno, se adueñan de él y no se desprenden de sus entrañas jamás. Una de estas últimas es Tan poca vida, novela editada en español por Lumen en 2016, un año después de que triunfara en Estados Unidos.
     Hanya Yanagihara (Los Ángeles, 1974) nos presenta a cuatro amigos que compartieron habitación en la universidad y que ahora deben enfrentarse al mundo laboral con escaso éxito inicial. Son de orígenes e inquietudes distintas: JB es un artista plástico; Malcom es arquitecto y pertenece a una familia acomodada; Willem procede del campo de Wyoming y aspira a ser actor; y Jude es el gran desconocido, un abogado que oculta su pasado y que arrastra enfermedades que entorpecen su vida. Sin embargo, su amistad está por encima de las diferencias y los lazos afectivos se afianzan entre ellos.
    A medida que pasamos páginas conocemos su infancia, su pasado, cómo se conocieron..., todo ello mientras sus vidas siguen avanzando y van cambiando en una Nueva York llena de obstáculos y oportunidades que en ocasiones pondrá a prueba su amistad.
    El lector no tarda en percibir que la trama gira en torno a la figura del que, a priori, es el más débil y misterioso del grupo, Jude, quien se convierte en el epicentro del relato. Y es que, tanto los personajes, que siempre han respetado su silencio y sus evasivas, como los lectores queremos saber qué pasó con él durante su infancia y por qué, pese a su inteligencia, es un hombre triste, inseguro, desconfiado y lleno de complejos. Todos quieren y valoran a Jude, salvo él a sí mismo. ¿Por qué?
    Las respuestas no son agradables, sino crueles y dolorosas. Sufrimos con el personaje las lesiones que se inflige como medio para expiar su culpa por estar vivo y nos estremecemos al sentir las cuchillas abriendo su piel. Quisiéremos asir su mano y detenerla, abrazarlo y ofrecerle seguridad, pero todo sería en vano.
    Los capítulos caen como pétalos de una rosa agitados por la infancia de Jude. Los malos tratos, los abusos sexuales, la manipulación, el desprecio hicieron mella en la inocencia de un niño que solo buscaba el amor de los demás y ser un crío normal. Todo ello lo marcó con cicatrices físicas y emocionales que serán indelebles. Jude no quiere hablar, no quiere compartir sus vivencias porque la vergüenza supera al desahogo. ¿Quién amaría a alguien con tan oscuro pasado? 
    La novela es, además de una terrible historia, un canto a la amistad y al amor incondicional. Quienes conviven y rodean a Jude lo quieren por encima de todo, pero él no se siente merecedor de ese amor y duda de su veracidad, pues en la infancia confiar le sirvió de poco.
    Los años pasan y convivimos con los personajes durante más de tres décadas en las que evolucionan, cambian, mejoran o caen en abismos insondables arrastrados por sus fantasmas personales. Pero si algo perdura pese a las dificultades es la amistad, que se puede ver dañada, mas no rota. Como escribió Gioconda Belli, «solo el amor resistirá», y en esta novela es lo único que no se doblega ante la adversidad.
    Contrasta en esta historia de claroscuros el doloroso pasado del protagonista con el éxito laboral y personal que alcanzan tanto él como el resto de sus amigos. Tal vez sea esto lo que reste verosimilitud a una trama que gusta a pesar de su dureza. ¿La vida compensaría con tanto amor y bienestar a alguien que ha sufrido tanta desgracia? 
    Echamos la vista atrás a una novela que nació hace ya siete años, pero que sigue palpitando en las manos de los lectores. Recordarla puede abrir el apetito por conocer la reciente publicación de su autora, quien nos hará vibrar de nuevo con To Paradise. Hanya Yanagihara ha vuelto con otra larga historia. ¿Están preparados para sentir?

Esta reseña fue seleccionada entre las diez finalistas del concurso convocado por Zenda Libros (enlace).







   

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