viernes, 31 de mayo de 2024

Pedro García Cabrera


La vida creadora del poeta Pedro García Cabrera (1905-1981) se extendió a lo largo de medio siglo: desde sus años juveniles, cuando escribió su libro vanguardista Líquenes (1928), hasta los años ya finales de su existencia, cuando publicó su importante antología A la mar fui por naranjas (1980). Esos cincuenta años fueron muy agitados y tuvieron su fase de crisis más aguda durante la Guerra Civil española de 1936-1939 y la II Guerra Mundial de 1939-1945: una crisis tan honda y extensa que dio paso a una nueva época histórica. García Cabrera vivió los cambios de una a otra época y participó de ellos, y por eso mismo su obra literaria está integrada por dos fases: una anterior y otra posterior a la Guerra Civil. Con su constante dedicación a la poesía, García Cabrera pudo completar su ciclo de creación, y, así, su obra refleja las distintas etapas históricas y estéticas recorridas a lo largo de su existencia: es la obra del juvenil poeta neopopularista y surrealista, pero es también la obra del poeta de la esperanza, del poeta del testimonio moral y también del poeta del mar.

García Cabrera había nacido en Vallehermoso (La Gomera) en 1905. Allí vivió hasta 1913, año en que su padre fue destinado como maestro a la provincia de Sevilla. Dos años más tarde la familia se estableció en Tenerife. García Cabrera estudió en La Laguna el bachillerato y la carrera de Magisterio y empezó a estudiar la de Ciencias Químicas.  De 1926 a 1928 colaboró en Hespérides, revista de Santa Cruz de Tenerife en la que coincidió con Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik, Domingo López Torres y Emeterio Gutiérrez Albelo. Aquellos años fueron los de redacción de su primer libro: Líquenes, dentro de las tendencias neopopularista y ultraísta. Con motivo de la exposición de pinturas y esculturas presentada en la primavera de 1930 en Tenerife por los alumnos de la Escuela «Luján Pérez» (de Las Palmas) García Cabrera promovió la edición de la revista Cartones y redactó su ensayo «El hombre en función del paisaje». En 1930 se afilió al PSOE, al mismo tiempo que lo hicieron Westerdahl, Pérez Minik y López Torres. Participó en abril de 1931, en Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones locales que ocasionaron el final de la monarquía y la proclamación de la República. García Cabrera no abandonaría nunca esas preocupaciones políticas y sociales ni su orientación socialista, y este hecho condicionó tanto su vida como sus actividades intelectuales.

Pedro García Cabrera es coetáneo de la Generación del 27 y junto a otros intelectuales, artistas y escritores interviene en unos de los mayores y mejores momentos culturales de las islas, el de Gaceta de Arte, a la par que participa en él y lo impulsa. Esta revista mensual, fundada en 1932, se editó regularmente en Santa Cruz de Tenerife hasta 1936 (vieron la luz 38 números). En Gaceta de Arte, y bajo la dirección de Eduardo Westerdahl, colaboraron Domingo Pérez Minik, Agustín Espinosa, Domingo López Torres y Emeterio Gutiérrez Albelo. Además, esta revista desarrolló una intensa labor editorial publicando libros de diversos poetas. En 1934 la colección paralela de Gaceta de Arte publicó el segundo libro de poemas de Pedro García Cabrera: Transparencias fugadas, cuyo elemento unificador es el aire. Estos «poemas del aire en movimiento» indagaban en la propia conciencia del poeta por medio de una elocución singular, definida por unos rasgos que van a permanecer en mayor o menor grado a lo largo de su evolución, especialmente el recurso a lo coloquial, a lo cotidiano e incluso a lo insólito. Poco después de terminar la redacción de Transparencias fugadas, García Cabrera escribió los poemas de un nuevo libro: La rodilla en el agua, que no llegó publicar entonces, donde isla y poeta viven la misma experiencia lírica: disociación y reencuentro.

Por la radical actitud de libertad creadora exhibida por García Cabrera en su escritura y por ciertas componentes visionarias o transracionales, Transparencias fugadas y La rodilla en el agua anunciaban la adhesión del joven poeta a la estética surrealista. Esta adhesión se produjo definitivamente en mayo de 1935, cuando André Breton y Benjamin Péret llegaron a Tenerife para presentar la Exposición Internacional del Surrealismo organizada por el grupo de Gaceta de Arte en colaboración con el pintor canario asentado en París, Óscar Domínguez. En la órbita de este movimiento García Cabrera escribió los libros de poemas Dársena con despertadores y Entre la guerra y tú.

En julio de 1936, al estallar la guerra civil en España, García Cabrera fue deportado a Villa Cisneros (en la costa del Sahara occidental español), a un campo de concentración. De allí se evadió más tarde para dirigirse a Dakar (Senegal), donde permaneció de marzo a junio de 1937. Logró entonces ir a Francia y de allí pasar a la Península, donde se incorporó al bando republicano. Herido en un accidente, estuvo internado en el hospital de Jaén. Allí comenzó su relación con  Matilde Torres Marchal, la enfermera que lo atiende. Tras ser cerrado el hospital de Jaén, fueron trasladados al de Baza (Granada), donde permanecieron hasta el final de la guerra. El 28 de febrero de 1938, ante la inminencia de la caída de Baza,  Matilde Torres Marchal se dirigió a Madrid, y García Cabrera al puerto de Cartagena con el propósito de abandonar España, pero no consiguió embarcar. Tras fracasar su intento, García Cabrera volvió a Baza, donde fue detenido el 29 de marzo. Implicado en varias causas judiciales, en julio de 1942 fue trasladado a la prisión provincial de Granada. El 21 de diciembre de 1944 se autorizó su salida de la prisión.

En los años de la guerra García Cabrera supo aprovechar las ocasiones de obligado reposo para escribir varios libros de poemas, que no pudo publicar entonces. El primero era Entre la guerra y tú, el aludido título surrealista. Los otros libros de esta época no respondían ya a una estética surrealista. En el primero de estos libros: Romancero cautivo, el lenguaje y el ritmo de los poemas no dejan de recordar los del Romancero gitano de Lorca. En el segundo de estos libros: La arena y la intimidad, próximo en muchos aspectos a Unamuno y a Miguel Hernández, cada poema se presenta como una invocación al desierto, vivida desde el recuerdo de la isla. Otro libro de la época de prisión de García Cabrera es Hombros de ausencia, en el que el poeta trata de dilucidar su conciencia escindida entre el presente y el pasado. García Cabrera empezó en Baza en 1944 y terminó ya en Tenerife en 1946 Viaje al interior de tu voz, poema largo, de más de mil trescientos versos, en forma de monólogo del amante. En estos libros el poeta fija la experiencia lírica y humana de aquellos días hostiles en los que el poeta se debate entre la realidad descarnada de una guerra y la vivencia, recién nacida, del sentimiento amoroso.

En diciembre de 1944 García Cabrera fue liberado en Granada y se trasladó a Madrid, donde pensaba reunirse con Matilde Torres Marchal. Pero fue detenido a los pocos días, reclamado desde Tenerife para ser juzgado por la evasión de Villa Cisneros en 1937. En abril de1945 fue trasladado a la prisión provincial de Tenerife. Nuevamente juzgado y condenado, desde octubre de 1945 hasta diciembre de 1950 pudo cumplir la pena de prisión atenuada en su domicilio, en Tacoronte. En 1948 comenzó a trabajar como administrativo en la Compañía Española de Petróleos (CEPSA) y se casó con Matilde Torres Marchal.

Con la vuelta a Canarias empezó para García Cabrera una segunda fase de su vida y su obra. Desde ese momento hasta el final de sus días, el poeta pudo publicar nueve libros (de Día de alondras a Hacia la libertad), pero también escribió y dejó sin publicar otros quince. Las difíciles circunstancias de la época y su condición de represaliado de la dictadura franquista explican la nula presencia pública de García Cabrera en los años 1940-50 y su lenta reaparición en el decenio siguiente. Aparte de su ensayo «Arquitectura y poesía», publicado en 1950 en la revista De arte, García Cabrera reapareció como poeta en la escena cultural en 1951 con Día de alondras, libro de corte todavía neopopularista. Este fue el último de los libros del autor representados en la Antología de la poesía canaria, I, Tenerife (1952) de Domingo Pérez Minik. Además, despliega una intensa y variada labor literaria, pues publica cuentos y poemas inéditos, traduce poesía francesa para la Gaceta semanal de las artes.

Entre los años 50 y 60, trabajará simultáneamente en cinco libros de poesía (La esperanza me mantiene, Vuelta a la isla, Entre cuatro paredes, Hora punta del hombre y Las islas en que vivo), de los que va anticipando entregas en las distintas revistas literarias del momento. Son poemas que se alimentan de la esperanza. La salida en 1959 de La esperanza me mantiene significaba una reorientación definitiva de la voz poética de García Cabrera, que, con su estilo peculiar, incorporaba de manera muy personal el acento existencial de la época junto a ciertas componentes testimoniales. Aunque en 1968, con el libro de romances Vuelta a la isla, García Cabrera volvió a una poesía de tono menor, sin embargo los poemas del libro Entre cuatro paredes, editado en ese mismo año, volvían a expresar sobre todo la conciencia moral del poeta. Por lo demás, junto a esa línea más testimonial, cobraba también notable desarrollo otro lado más lírico y existencial de la poesía de García Cabrera, nacido de la vivencia directa del mar en el sur de Tenerife, sobre todo a  partir de 1960.

En las décadas de 1960 y de 1970 se observa, en efecto, en García Cabrera esa dualidad de la escritura del poeta ante el mar y la del poeta en la sociedad, dualidad presente en los poemas de Las islas en que vivo (1971). Las circunstancias políticas de mayor libertad en las postrimerías del franquismo, junto a la condición del poeta como superviviente republicano y represaliado de la dictadura, y, desde luego, su nunca apagado interés por la política, favorecieron la orientación de la poesía de García Cabrera hacia la crítica social y política. En esa dirección se inscribían de modo más claro los libros que publicó en aquel decenio: Hora punta del hombre (1970), Elegías muertas de hambre (1975), Ojos que no ven (1977) y Hacia la libertad (1979), a los que hay que sumar los libros inacabados Llevadme con vosotros y Desvirgando soledades [1978-1980].

En la otra línea de su escritura, la del poeta ante el mar, de mayor calidad, se inscriben de forma muy clara tres de los libros inacabados: El mar, tocayo mío [1967-1979], Suite majorera [1974] y Nodriza de mi voz [1967-1980].Durante las décadas de 1960 y de 1970 García Cabrera fue teniendo una presencia cada vez más reconocida por su obra poética y por su actitud política frente a la dictadura franquista.  En marzo de 1964 participó en el significativo Recital de Poesía Canaria que tuvo lugar en el Colegio Mayor Universitario San Agustín, en La Laguna. Fue incluido por Lázaro Santana en su antología Poesía canaria (de 1969). En 1970 los jóvenes editores de Inventarios provisionales (Eugenio Padorno y J. J. Armas Marcelo) llevaron a cabo, en Las Palmas, la reedición de Transparencias fugadas, hecho que definían «como homenaje a Gaceta de arte y a cuantos tomaron parte en su aventura». La significación tanto ideológica como estética de la reedición de Transparencias fugadas quedó aún más destacada al ser presentada en El Museo Canario, en Las Palmas, el 18 de diciembre de 1970, en un acto planteado como homenaje a García Cabrera y en el que el autor hizo una lectura de sus poemas juveniles.

En los momentos ya finales del franquismo García Cabrera fue incluido por Domingo Pérez Minik en su libro Facción española surrealista  de Tenerife (de 1975). En abril de 1976, durante los primeros momentos de la transición a la nueva era democrática, intervino con la ponencia titulada «Poesía canaria» y con una lectura de sus poemas en el Primer Congreso de Poesía, organizado por el Ateneo y la Universidad de La Laguna. En septiembre de 1980 le fue tributado un homenaje a García Cabrera en el Círculo de Bellas Artes, de Santa Cruz de Tenerife. El homenaje fue promovido por el grupo llamado Joven poesía canaria, cuyos quince componentes participaron con la lectura de un poema propio en aquel acto (del que se editaría un volumen al año siguiente); también intervinieron en tal ocasión Domingo Pérez Minik y Eduardo Westerdahl.

García Cabrera murió en Tenerife el 20 de marzo de 1981. A partir sobre todo de la edición, en 1980, de la importante antología poética A la mar fui por naranjas, prologada por Pérez Minik, la obra de García Cabrera, ha sido objeto de una constante atención crítica.




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