Las benébolas (Les Bienveillantes) es la primera novela publicada en francés en 2006 por Jonathan Littell (Nueva York, 1967), escritor norteamericano que alcanzó la nacionalidad francesa tras el éxito de esta obra, por la que obtuvo el Premio Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa. La obra se editó en español en 2007 por RBA Libros con la traducción de María Teresa Gallego Urrutia y en 2019 fue reeditada por Galaxia Gutenberg.
Esta novela histórica relata en primera persona algunos sucesos acaecidos en el frente del este durante la Segunda Guerra Mundial. Su protagonista, Maximiliam Aue, recuerda unos años después del conflicto sus vivencias como miembro de las SS y su ascenso dentro del escalafón militar en el que formaba parte del servicio de información.
El título de la obra tiene su origen en una trilogía del poeta griego Esquilo, Orestíada, en la que aparecen las Erinias o Euménides (en griego antiguo Εύμενίδες, «benévolas»), la personificación femenina de la venganza, conocidas en la cultura latina como Furias, diosas que perseguían y atormentaban a quienes asesinaban a un progenitor.
Las casi mil páginas de largos párrafos están divididas en siete partes que llevan por título piezas musicales barrocas («Tocata», «Alemandas I y II», «Courante», «Zarabanda», «Minueto (en rondós)», «Aire» y «Giga»), que siguen la secuencia de la Suite de Bach y que están relacionadas con la intensidad de lo narrado. La música sirve de telón de fondo a la historia.
En la primera parte relata su presente, qué ha sido de él tras el conflicto y cómo afronta su futuro, además de introducirnos su carácter marcado por un amor prohibido de la adolescencia que nunca superará y justifica el porqué de redactar su autobiografía.
En la segunda parte nos trasladamos a la ocupación alemana de Ucrania y las masacres que se perpetran. Conocemos cómo accedió Aue a las SS y su reacción ante los sucesos.
En la tercera parte, Maximiliam ha sido trasladado a Stalingrado y vivirá la derrota alemana en febrero de 1943 bajo el riguroso frío ruso y la falta de recursos.
En la cuarta parte, Aue convalece en Berlín tras las heridas recibidas y recibe del propio Himmler la Cruz de Hierro. Cuando le es posible, se traslada a Francia, donde vivó durante la infancia, para visitar a su madre, con quien mantiene una relación fría desde hace años, y su padrastro. Su estancia acaba de manera precipitada y debe volver a Alemania.
En la quinta parte, el protagonista pasa a formar parte del Ministerio Federal del Interior y se hará cargo de revisar los suministros y el estado de los presos de los campos de concentración que trabajan en las fábricas alemanas. Es entonces un burócrata de la Solución Final sin que ello le provoque conflictos éticos, pese a que visita varios campos y observa las condiciones en que se hallan. Aun así, se debe enfrentar a la corrupción que carcome el sistema nacionalsocialista.
En la sexta parte, la guerra avanza hacia su fin inexorable y Maximiliam permanece varias semanas en la casa de su hermana en Pomerania pese a que ella y su esposo están ausentes. Es este un capítulo en el que el protagonista parece rozar la locura y en que reabre heridas del pasado.
En la «Giga» final, Aue es recogido por su amigo Thomas y ambos regresan con dificultad a Berlín al atravesar las líneas enemigas que rodean la capital del Reich. Allí conoce por fin a Hitler y vive los últimos días de la ciudad antes de caer en manos de los rusos.
Es esta una novela compleja, no solo por la extensión de la misma, pues relata más de una década de la historia de Alemania, sino por la sucesión de acontecimientos y la multiplicidad de personajes, entre los que se combinan los reales, que formaron parte de la historia, con los inventados por el autor para completar la trama. A través de las conversaciones del protagonista con diversos individuos el autor ofrece una visión múltiple de los sucesos para que el lector reflexione sobre ellos. Así, el relato se divide en dos niveles, el de los hechos históricos y el de las experiencias del protagonista, cuya vida se fe afectada ppr lo anterior y que distrae y humaniza el conflicto.
Resulta llamativo el comportamiento del protagonista ante la dureza de los acontecimientos que presencia, pues, aunque sufre consecuencias emocionales que alteran sus nervios, entiende que todo forma parte de las órdenes superiores y que su deber es cumplir con ellas. Como afirma uno de los personajes: «Führerworte haben Gesetzeskraft, la palabra del Führer tiene fuerza de ley. No tiene que caer en la tentación de ser humanos». Así lo explica en la primera parte, cuando cuestiona quién es el verdadero responsable del holocausto, el que lo ordenó o también todos aquellos que participaron, colaboraron o miraron hacia otro lado mientras se llevaba a cabo.
Las benébolas no solo recoge un crudo episodio de la historia reciente, sino que plantea una reflexión sobre la crueldad humana, ya sea en la guerra o en el patio del colegio, donde el silencio cómplice propicia que los brutos abusen de los más débiles con la connivencia de quienes no reaccionan.
Leer esta obra merece tiempo y dedicación para poder extraer de ella todas las reflexiones que el autor nos ofrece mediante las vivencias de su protagonista y los nefandos acontecimientos que lo rodean.
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