Emil Zátopek (1922-2000) fue un atleta checo cuya gesta deportiva no ha sido superada hasta el momento.
En los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952 ganó tres medallas de oro en diez días en las pruebas de 5.000, 10.000 y maratón, disciplina esta última que no había corrido antes. Además, a lo largo de su carrera deportiva logró otro oro olímpico y una plata (Londres, 1948), batió 28 récords mundiales en nueve especialidades distintas y permaneció imbatido durante seis años. De ahí que haya sido apodado "la locomotora humana".
En los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952 ganó tres medallas de oro en diez días en las pruebas de 5.000, 10.000 y maratón, disciplina esta última que no había corrido antes. Además, a lo largo de su carrera deportiva logró otro oro olímpico y una plata (Londres, 1948), batió 28 récords mundiales en nueve especialidades distintas y permaneció imbatido durante seis años. De ahí que haya sido apodado "la locomotora humana".
Cualquier persona que sepa algo de atletismo entenderá la dificultad de una hazaña que nadie ha podido ni tan siquiera igualar, a pesar de la dedicación exclusiva que tienen ahora los deportistas de élite en sus disciplinas. Emil Zátopek no lo tuvo tan fácil, debía combinar sus entrenamientos con su trabajo en una fábrica de zapatos, y posteriormente con la vida militar al someterse inevitablemente a los designios de la dictadura que imperaba en su país. Pero, ¿qué sabemos de Zátopek?
Jean Echenoz nos dibuja al personaje en su novela Correr (Anagrama, 2010). El autor afirma que la obra no es una biografía del atleta sino una recreación del personaje. Esto se debe a que hay muy poca información sobre Zátopek, tan solo existe una biografía en checo que no se consigue, y el escritor se tuvo que valer de los artículos publicados sobre el atleta en la revista L'equipe entre 1946 y 1957, además de observar fotos de su carrera deportiva para hacerse una idea de cómo podía haber sido el hombre. Esta carencia de datos no surge porque Zátopek fuera un corredor fugaz cuyo éxito insignificante no calara; simplemente era un hombre sencillo que no hacía alarde de sus logros ni se exhibía allá donde iba. Además, vivía controlado por el régimen político de su país, quien le negó en varias ocasiones participar fuera de sus fronteras o conceder entrevistas a periodistas extranjeros que se interesaban por el mito.
Echenoz en su novela recrea a un joven que empezó a correr casi por casualidad, pues nunca había tenido interés por el deporte, pero que una vez que se inició en el atletismo, sumar kilómetros se convirtió en su forma de afrontar la vida. Tal es así que entrenaba durante todo el año, descansaba entrenando y sus piernas recorrían unos 800 km al mes e invertía unas mil horas al año en hacer lo que más le gustaba: correr. El escritor resalta también la característica fundamental de este atleta, y es que técnicamente corría muy mal. Muchos se sorprendían de que lograse pulverizar marcas y ganase pruebas con ese estilo desmadejado con el que parecía estar sufriendo y alcanzar el borde de la extenuación con cada zancada; y sin embargo, él se sentía relajado y seguro con su estilo. A su imagen de anti héroe deportivo se le añadía además su tosca indumentaria deportiva, pasada de moda y de notoria ínfima calidad comparada con la de otros atletas con los que competía en pruebas internacionales. No obstante, nada amedrentaba ni detenía a este hombre para quien la gloria y lo material no significaban nada. Él corría por placer, y a las competiciones en muchos casos iba forzado por otros que pretendían hacer suyas las victorias de Emil.
La evolución personal de Emil Zátopek no es nada desdeñable. Es más, podemos afirmar que es triste. Pasó de ser un empleado cualquiera de una fábrica de zapatos en la que trabajaba con productos tóxicos, a entrar en la carrera militar y ascender hasta el grado de coronel gracias a su buen hacer deportivo. Sin embargo, en 1968 fue degradado y obligado a trabajar como basurero por no apoyar la invasión soviética. El pueblo checo se hizo eco de tal humillación y apoyó a su héroe nacional, a quien le fueron restituidos parte de sus méritos en 1975.
Correr es una buena manera de conocer a un personaje cuya importancia en el mundo del deporte es incuestionable y que por motivos políticos cayó en un olvido inmerecido que debemos romper. Metámonos en sus bastas zapatillas y avancemos con él en cada zancada por el único placer de disfrutar del deporte más sencillo: correr.
Echenoz en su novela recrea a un joven que empezó a correr casi por casualidad, pues nunca había tenido interés por el deporte, pero que una vez que se inició en el atletismo, sumar kilómetros se convirtió en su forma de afrontar la vida. Tal es así que entrenaba durante todo el año, descansaba entrenando y sus piernas recorrían unos 800 km al mes e invertía unas mil horas al año en hacer lo que más le gustaba: correr. El escritor resalta también la característica fundamental de este atleta, y es que técnicamente corría muy mal. Muchos se sorprendían de que lograse pulverizar marcas y ganase pruebas con ese estilo desmadejado con el que parecía estar sufriendo y alcanzar el borde de la extenuación con cada zancada; y sin embargo, él se sentía relajado y seguro con su estilo. A su imagen de anti héroe deportivo se le añadía además su tosca indumentaria deportiva, pasada de moda y de notoria ínfima calidad comparada con la de otros atletas con los que competía en pruebas internacionales. No obstante, nada amedrentaba ni detenía a este hombre para quien la gloria y lo material no significaban nada. Él corría por placer, y a las competiciones en muchos casos iba forzado por otros que pretendían hacer suyas las victorias de Emil.
La evolución personal de Emil Zátopek no es nada desdeñable. Es más, podemos afirmar que es triste. Pasó de ser un empleado cualquiera de una fábrica de zapatos en la que trabajaba con productos tóxicos, a entrar en la carrera militar y ascender hasta el grado de coronel gracias a su buen hacer deportivo. Sin embargo, en 1968 fue degradado y obligado a trabajar como basurero por no apoyar la invasión soviética. El pueblo checo se hizo eco de tal humillación y apoyó a su héroe nacional, a quien le fueron restituidos parte de sus méritos en 1975.
Correr es una buena manera de conocer a un personaje cuya importancia en el mundo del deporte es incuestionable y que por motivos políticos cayó en un olvido inmerecido que debemos romper. Metámonos en sus bastas zapatillas y avancemos con él en cada zancada por el único placer de disfrutar del deporte más sencillo: correr.
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