jueves, 16 de marzo de 2017

Ana Karenina

     Aunque se narra la tormentosa relación amorosa entre una mujer casada y un joven militar disoluto de noble cuna, Ana Karenina no es una novela romántica, sino realista.
    Su autor, Lev Tolstói (1828-1910), es uno de los principales representantes del Realismo ruso. Este movimiento, que se extendió por Europa durante la segunda mitad del siglo XIX (en Francia destacaron Balzac y Stendhal; en España, Pérez Galdós y "Clarín"; en el Reino Unido, Dickens), pretendía describir de manera minuciosa la realidad y romper con los principios del Romanticismo precedente. Tolstói intentó reflejar fielmente la sociedad en la que vivía a través de sus relatos y novelas, entre las que sobresalen Guerra y Paz (1869) y Ana Karenina (1877). 
     Siguiendo la estela de Madame Bovary (1856) dejada por el romántico tardío Gustave Flaubert, Tolstói nos ofrece en Ana Karenina la historia de una mujer que se deja arrastrar por una pasión amorosa prohibida que la conduce inexorablemente a un fatídico fin. Paralela a esta línea narrativa, el autor ruso relata las andanzas de Constantino Levin, terrateniente y filósofo que también se verá atrapado en las redes del amor y sufrirá por ello. Ambas tramas se desarrollan de manera paralela, pues los personajes poseen vínculos comunes, y se van alternando en el proceso narrativo para contrarrestar el clímax de los acontecimientos del otro y mantener en vilo al lector.
     Sin embargo, Tolstói no pretendía centrarse en las relaciones amorosas de sus entes de ficción, sino que estos le servían de excusa para describir la sociedad rusa del momento en la que él mismo vivía inmerso. Así, a través de los personajes femeninos conoceremos los hábitos de las damas de clase alta, sus aficiones, su forma de vestir, sus gustos musicales, su comportamiento social y los límites que las mujeres tenían en aquellos años. Por su parte, gracias a los masculinos sabremos cómo era la vida en las zonas rurales, el trato entre los señores y los campesinos, las formas de gobierno locales, el trabajo de los funcionarios, la vida ociosa y libertina de los jóvenes de buena familia, la distribución de las herencias, el mundo militar, la educación...
     Asimismo, se nos describe cómo se entablaban las relaciones amorosas, las peticiones de mano y los matrimonios, la maternidad, de qué manera se podían resolver los casamientos a través del divorcio (que degradaba socialmente y estigmatizaba a la mujer y suponía una ofensa para el marido), las patentes desigualdades que se vivían en Rusia, no solo entre las clases sociales, sino entre sexos (a ellos se les consideraba natural poseer amantes, mientras que ellas debían guardar el evidente decoro que se le suponía a cualquier esposa de bien), la implicación de los señores en la mejora de las condiciones de vida de las clases bajas, la limitación a la educación y la política de las féminas, el mantener las apariencias, los hábitos culinarios... 
     En definitiva, como buena novela realista, Ana Karenina ofrece un meticuloso retrato de la sociedad rusa de la segunda mitad del siglo XIX, supone una profunda crítica de la misma y plantea al lector una reflexión sobre ella.
     Dentro de la literatura realista española, se cuenta con una novela que guarda similitud temática con la de Tolstói. La Regenta (1885), de Leopoldo Alas "Clarín", sitúa en la ciudad de Vetusta a la púdica Ana Ozores, que caerá en desgracia para satisfacción y escarnio de la conservadora sociedad vetustense. Pero esa, curioso lector, es otra reseña.


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