miércoles, 28 de febrero de 2018

Pino Ojeda

     El pasado 21 de febrero se dedicó el Día de las Letras Canarias a Pino Ojeda. Pero ¿quién es esta mujer y qué razones han motivado este homenaje?
     Pino Ojeda nació en El Palmar de Teror (Gran Canaria) en 1916. Su familia, de origen humilde, se trasladó poco después a Las Palmas, por lo que la niña recibió una instrucción escolar básica acorde a la época.
     Podríamos señalar que, en sendas ocasiones, se producen dos curiosas coincidencias en las que un hombre desaparece irremediablemente de su vida, mientras que otro aparece. En 1930 murió su padre y conoció a Domingo Doreste, con quien se casaría siete años después. Sin embargo, la alegría de ese amor le duró poco, pues su marido, incorporado a filas durante la Guerra Civil, falleció en la batalla de Extremadura en 1939. Paradójicamente, ese mismo año dio a luz a su primer hijo, quien llevaría el nombre de su padre.
     La muerte de su esposo supuso un punto de inflexión en la vida de Pino Ojeda, quien decidió reorientar sus pasos hacia el estudio, el conocimiento y el arte. Así, se formó en pintura, escultura y literatura y empezó a tantear la lírica, a través de la que refleja la hondura de su tristeza ante la pérdida, el desamor, la soledad o la esperanza.
     Sus primeros poemas aparecieron publicados en 1940 en la revista tinerfeña Mensaje, que además editó en 1947 su primer libro, Niebla de sueño. En esta época, en la que recibe influencias de los poetas que formaban la quebrada Generación del 27, participó en otras revistas insulares, como Mujeres en la Isla o Gánigo.
     En 1953 empezó a ser conocida fuera de Canarias al recibir el Primer Accésit en el Premio Adonais con su poemario Como fruto en el árbol, que sería publicado un año después. A partir de ese momento realizó lecturas y recitales en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, entrando así en contacto con los escritores más relevantes de la posguerra española.
     En 1952 fundó en Gran Canaria la revista Alisio. Hojas de poesía, en la que aparecieron textos, a partir de 1955, de poetas nacionales consagrados como Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Carmen Conde o Gerardo Diego, con quienes la canaria mantenía una relación epistolar amistosa, además de otros de escritores canarios.
     Su éxito literario no se limitó solo a la lírica, pues en 1954 quedó finalista del Premio Nadal con su novela Con el paraíso al fondo. Además, dos años después ganó el Premio de Poesía Tomás Morales con su obra La piedra sobre la colina.
     Como ya señalamos, Pino Ojeda también desarrolló una faceta plástica en pintura y cerámica. Este interés la llevó a ser la primera mujer en Canarias en fundar una galería de arte en 1958, en la que expusieron tanto artistas locales como foráneos. Asimismo, sus propios cuadros traspasaron las fronteras nacionales hacia países como Alemania, Suecia o Japón.
     Su labor literaria continuó y en 1971 compuso El derrumbado silencio. Versos del exilio, obra que no vería la luz hasta 2017 y en la que refleja la cotidianidad de su entorno. En 1987 publicó El alba en la espalda, donde reflexiona sobre el valor de la poesía. En 1991 obtuvo el Premio Mundial de Poesía Mística de la Fundación Fernando Rielo con su poemario El salmo del rocío, en el que retoma el tema de la muerte y se plantea un acercamiento a Dios y que aparecería publicado dos años después. En 1997 el Gobierno de Canarias editó Antología poética, en la que recogió una selección de textos de  la autora.
     Pino Ojeda falleció en Las Palmas de Gran Canaria en 2002 dejando tras de sí una estela de inquietud y arte poco frecuente en una mujer de su época. Tras su muerte su familia publicó Arbol del espacio (2007), libro ilustrado por Plácido Fleitas y Juan Ismael.
     En los últimos años se han editado de nuevo obras de Pino Ojeda (2016, Obra poética; 2017, el poemario El derrumbado silencio y su novela Con el paraíso al fondo) con las que se pretende rescatar a quien fue mucho más que una escritora de versos, ya que ejerció como artista plástica, editora y galerista en una época en la que una mujer veía limitada su independencia y acción.
     Por todo ello, Pino Ojeda merece que se recupere su legado y se recuerde su labor, ya que es un modelo a seguir por cualquier amante del arte.
     Si quieres conocer una muestra de su poesía entra en:


2 comentarios:

  1. Muchas gracias, Erminda, por darme a conocer a esta gran mujer. Un abrazo.

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