La vida creadora del poeta Pedro García Cabrera (1905-1981) se extendió a lo largo de medio siglo: desde sus años juveniles, cuando escribió su libro vanguardista Líquenes (1928), hasta los años ya finales de su existencia, cuando publicó su importante antología A la mar fui por naranjas (1980). Esos cincuenta años fueron muy agitados y tuvieron su fase de crisis más aguda durante la Guerra Civil española de 1936-1939 y la II Guerra Mundial de 1939-1945: una crisis tan honda y extensa que dio paso a una nueva época histórica. García Cabrera vivió los cambios de una a otra época y participó de ellos, y por eso mismo su obra literaria está integrada por dos fases: una anterior y otra posterior a la Guerra Civil. Con su constante dedicación a la poesía, García Cabrera pudo completar su ciclo de creación, y, así, su obra refleja las distintas etapas históricas y estéticas recorridas a lo largo de su existencia: es la obra del juvenil poeta neopopularista y surrealista, pero es también la obra del poeta de la esperanza, del poeta del testimonio moral y también del poeta del mar.
García
Cabrera había nacido en Vallehermoso (La Gomera) en 1905. Allí vivió hasta
1913, año en que su padre fue destinado como maestro a la provincia de Sevilla.
Dos años más tarde la familia se estableció en Tenerife. García Cabrera estudió
en La Laguna el bachillerato y la carrera de Magisterio y empezó a estudiar la
de Ciencias Químicas. De 1926 a 1928 colaboró en Hespérides, revista de Santa Cruz de Tenerife en la que coincidió
con Eduardo Westerdahl, Domingo Pérez Minik, Domingo López Torres y Emeterio
Gutiérrez Albelo. Aquellos años fueron los de redacción de su primer libro: Líquenes,
dentro de las tendencias neopopularista y ultraísta. Con motivo de la
exposición de pinturas y esculturas presentada en la primavera de 1930 en
Tenerife por los alumnos de la Escuela «Luján Pérez» (de Las Palmas) García
Cabrera promovió la edición de la revista Cartones
y redactó su ensayo «El hombre en función del paisaje». En 1930 se afilió al
PSOE, al mismo tiempo que lo hicieron Westerdahl, Pérez Minik y López Torres.
Participó en abril de 1931, en Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones
locales que ocasionaron el final de la monarquía y la proclamación de la
República. García Cabrera no abandonaría nunca esas preocupaciones políticas y
sociales ni su orientación socialista, y este hecho condicionó tanto su vida
como sus actividades intelectuales.
Pedro
García Cabrera es coetáneo de la Generación del 27 y junto a otros
intelectuales, artistas y escritores interviene en unos de los mayores y
mejores momentos culturales de las islas, el de Gaceta de Arte, a la par que participa en él y lo impulsa. Esta
revista mensual, fundada en 1932, se editó regularmente en Santa Cruz de
Tenerife hasta 1936 (vieron la luz 38 números). En Gaceta de Arte, y bajo la dirección de Eduardo Westerdahl,
colaboraron Domingo Pérez Minik, Agustín Espinosa, Domingo López Torres y
Emeterio Gutiérrez Albelo. Además, esta revista desarrolló una intensa labor
editorial publicando libros de diversos poetas. En 1934 la colección paralela
de Gaceta de Arte publicó el segundo
libro de poemas de Pedro García Cabrera: Transparencias fugadas,
cuyo elemento unificador es el aire. Estos «poemas del aire en movimiento»
indagaban en la propia conciencia del poeta por medio de una elocución
singular, definida por unos rasgos que van a permanecer en mayor o menor grado
a lo largo de su evolución, especialmente el recurso a lo coloquial, a lo
cotidiano e incluso a lo insólito. Poco después de terminar la redacción de Transparencias fugadas, García Cabrera
escribió los poemas de un nuevo libro: La rodilla en el agua, que no llegó
publicar entonces, donde isla y poeta viven la misma experiencia lírica:
disociación y reencuentro.
Por
la radical actitud de libertad creadora exhibida por García Cabrera en su
escritura y por ciertas componentes visionarias o transracionales, Transparencias fugadas y La rodilla en el agua anunciaban la
adhesión del joven poeta a la estética surrealista. Esta adhesión se produjo
definitivamente en mayo de 1935, cuando André Breton y Benjamin Péret llegaron
a Tenerife para presentar la Exposición Internacional del Surrealismo organizada
por el grupo de Gaceta de Arte en
colaboración con el pintor canario asentado en París, Óscar Domínguez. En la
órbita de este movimiento García Cabrera escribió los libros de poemas Dársena
con despertadores y Entre la
guerra y tú.
En
julio de 1936, al estallar la guerra civil en España, García Cabrera fue
deportado a Villa Cisneros (en la costa del Sahara occidental español), a un
campo de concentración. De allí se evadió más tarde para dirigirse a Dakar
(Senegal), donde permaneció de marzo a junio de 1937. Logró entonces ir a
Francia y de allí pasar a la Península, donde se incorporó al bando
republicano. Herido en un accidente, estuvo internado en el hospital de Jaén.
Allí comenzó su relación con Matilde Torres Marchal, la enfermera que lo
atiende. Tras ser cerrado el hospital de Jaén, fueron trasladados al de Baza
(Granada), donde permanecieron hasta el final de la guerra. El 28 de febrero de
1938, ante la inminencia de la caída de Baza, Matilde Torres Marchal se
dirigió a Madrid, y García Cabrera al puerto de Cartagena con el propósito de
abandonar España, pero no consiguió embarcar. Tras fracasar su intento, García
Cabrera volvió a Baza, donde fue detenido el 29 de marzo. Implicado en varias
causas judiciales, en julio de 1942 fue trasladado a la prisión provincial de
Granada. El 21 de diciembre de 1944 se autorizó su salida de la prisión.
En
los años de la guerra García Cabrera supo aprovechar las ocasiones de obligado
reposo para escribir varios libros de poemas, que no pudo publicar entonces. El
primero era Entre la guerra y tú, el aludido título surrealista. Los otros
libros de esta época no respondían ya a una estética surrealista. En el primero
de estos libros: Romancero cautivo, el lenguaje y el ritmo de los poemas no
dejan de recordar los del Romancero
gitano de Lorca. En el segundo de estos libros: La arena y la intimidad,
próximo en muchos aspectos a Unamuno y a Miguel Hernández, cada poema se
presenta como una invocación al desierto, vivida desde el recuerdo de la isla.
Otro libro de la época de prisión de García Cabrera es Hombros de ausencia, en
el que el poeta trata de dilucidar su conciencia escindida entre el presente y
el pasado. García Cabrera empezó en Baza en 1944 y terminó ya en Tenerife en
1946 Viaje
al interior de tu voz, poema largo, de más de mil trescientos versos,
en forma de monólogo del amante. En estos libros el poeta fija la experiencia
lírica y humana de aquellos días hostiles en los que el poeta se debate entre
la realidad descarnada de una guerra y la vivencia, recién nacida, del
sentimiento amoroso.
En
diciembre de 1944 García Cabrera fue liberado en Granada y se trasladó a
Madrid, donde pensaba reunirse con Matilde Torres Marchal. Pero fue detenido a
los pocos días, reclamado desde Tenerife para ser juzgado por la evasión de
Villa Cisneros en 1937. En abril de1945 fue trasladado a la prisión provincial
de Tenerife. Nuevamente juzgado y condenado, desde octubre de 1945 hasta
diciembre de 1950 pudo cumplir la pena de prisión atenuada en su domicilio, en
Tacoronte. En 1948 comenzó a trabajar como administrativo en la Compañía
Española de Petróleos (CEPSA) y se casó con Matilde Torres Marchal.
Con
la vuelta a Canarias empezó para García Cabrera una segunda fase de su vida y
su obra. Desde ese momento hasta el final de sus días, el poeta pudo publicar
nueve libros (de Día de alondras a Hacia la libertad), pero también
escribió y dejó sin publicar otros quince. Las difíciles circunstancias de la
época y su condición de represaliado de la dictadura franquista explican la
nula presencia pública de García Cabrera en los años 1940-50 y su lenta
reaparición en el decenio siguiente. Aparte de su ensayo «Arquitectura y
poesía», publicado en 1950 en la revista De
arte, García Cabrera reapareció como poeta en la escena cultural en 1951
con Día
de alondras, libro de corte todavía neopopularista. Este fue el último
de los libros del autor representados en la Antología
de la poesía canaria, I, Tenerife (1952) de Domingo Pérez Minik. Además,
despliega una intensa y variada labor literaria, pues publica cuentos y poemas
inéditos, traduce poesía francesa para la Gaceta
semanal de las artes.
Entre
los años 50 y 60, trabajará simultáneamente en cinco libros de poesía (La esperanza me mantiene, Vuelta a la isla, Entre
cuatro paredes, Hora punta del hombre y
Las islas en que vivo), de los que va anticipando entregas en las distintas
revistas literarias del momento. Son poemas que se alimentan de la esperanza. La
salida en 1959 de La esperanza me mantiene significaba una reorientación
definitiva de la voz poética de García Cabrera, que, con su estilo peculiar,
incorporaba de manera muy personal el acento existencial de la época junto a
ciertas componentes testimoniales. Aunque en 1968, con el libro de romances Vuelta
a la isla, García Cabrera volvió a una poesía de tono menor, sin
embargo los poemas del libro Entre cuatro paredes, editado en ese
mismo año, volvían a expresar sobre todo la conciencia moral del poeta. Por lo
demás, junto a esa línea más testimonial, cobraba también notable desarrollo
otro lado más lírico y existencial de la poesía de García Cabrera, nacido de la
vivencia directa del mar en el sur de Tenerife, sobre todo a partir de
1960.
En
las décadas de 1960 y de 1970 se observa, en efecto, en García Cabrera esa
dualidad de la escritura del poeta ante el mar y la del poeta en la sociedad,
dualidad presente en los poemas de Las islas en que vivo (1971). Las
circunstancias políticas de mayor libertad en las postrimerías del franquismo,
junto a la condición del poeta como superviviente republicano y represaliado de
la dictadura, y, desde luego, su nunca apagado interés por la política,
favorecieron la orientación de la poesía de García Cabrera hacia la crítica
social y política. En esa dirección se inscribían de modo más claro los libros
que publicó en aquel decenio: Hora punta del hombre (1970), Elegías
muertas de hambre (1975), Ojos que no ven (1977) y Hacia
la libertad (1979), a los que hay que sumar los libros inacabados Llevadme con vosotros y Desvirgando
soledades [1978-1980].
En
la otra línea de su escritura, la del poeta ante el mar, de mayor calidad, se
inscriben de forma muy clara tres de los libros inacabados: El
mar, tocayo mío [1967-1979], Suite majorera [1974] y Nodriza
de mi voz [1967-1980].Durante las décadas de 1960 y de 1970 García
Cabrera fue teniendo una presencia cada vez más reconocida por su obra poética
y por su actitud política frente a la dictadura franquista. En marzo de
1964 participó en el significativo Recital de Poesía Canaria que tuvo lugar en
el Colegio Mayor Universitario San Agustín, en La Laguna. Fue incluido por
Lázaro Santana en su antología Poesía
canaria (de 1969). En 1970 los jóvenes editores de Inventarios
provisionales (Eugenio Padorno y J. J. Armas Marcelo) llevaron a cabo, en Las
Palmas, la reedición de Transparencias
fugadas, hecho que definían «como homenaje a Gaceta de arte y a cuantos tomaron parte en su aventura». La
significación tanto ideológica como estética de la reedición de Transparencias fugadas quedó aún más
destacada al ser presentada en El Museo Canario, en Las Palmas, el 18 de
diciembre de 1970, en un acto planteado como homenaje a García Cabrera y en el
que el autor hizo una lectura de sus poemas juveniles.
En
los momentos ya finales del franquismo García Cabrera fue incluido por Domingo
Pérez Minik en su libro Facción española
surrealista de Tenerife (de 1975). En abril de 1976, durante los
primeros momentos de la transición a la nueva era democrática, intervino con la
ponencia titulada «Poesía canaria» y con una lectura de sus poemas en el Primer
Congreso de Poesía, organizado por el Ateneo y la Universidad de La Laguna. En
septiembre de 1980 le fue tributado un homenaje a García Cabrera en el Círculo
de Bellas Artes, de Santa Cruz de Tenerife. El homenaje fue promovido por el
grupo llamado Joven poesía canaria, cuyos quince componentes participaron con
la lectura de un poema propio en aquel acto (del que se editaría un volumen al
año siguiente); también intervinieron en tal ocasión Domingo Pérez Minik y
Eduardo Westerdahl.
García
Cabrera murió en Tenerife el 20 de marzo de 1981. A partir sobre todo de la
edición, en 1980, de la importante antología poética A la mar fui por naranjas, prologada por Pérez Minik, la obra de
García Cabrera, ha sido objeto de una constante atención crítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario