miércoles, 17 de octubre de 2018

Zed está muerto

     El pasado 4 de octubre salió a la venta Zed está muerto, la esperada segunda novela de la escritora Arantxa Rufo, quien irrumpió en el mundo literario hace dos años con En el punto de mira, obra que fue reseñada en este blog días después de su publicación.
     Quienes caímos en las redes de Kathleen Addams y el inspector Daniel Ryman anhelábamos el alumbramiento de un nuevo ejemplar que llevase la firma de Rufo, puesto que nos demostró con su debut un interesante dominio de la narrativa policíaca y de los finales abiertos. De hecho, muchos esperaban la segunda parte de En el punto de mira, texto que la autora ha comentado estar fraguando; sin embargo, como ella misma ha afirmado en alguna entrevista, quiso evitar encasillarse en un personaje o saga literaria, por lo que dedicó su tiempo a perfilar otro libro que nada tiene que ver con el primero, salvo por el género elegido.
    Con Zed está muerto Arantxa vuelve a adentrarse en los bajos fondos y tienta una vez más la novela negra que tanto le gusta leer.
     Se estructura el texto en un prólogo en primera persona y tres partes, relatadas por un narrador omnisciente, encabezada cada una de ellas por un título: "Mentir", "Bailar" y "Morir". Asimismo, estas están divididas en capítulos que, además de poseer título, indican el día y la hora en la que se produce la acción. Los hechos se desarrollarán entre el 19 de julio y el 3 de agosto, por lo que los acontecimientos se suceden y precipitan a un ritmo vertiginoso que acelera las pulsaciones del lector.
    En esta ocasión viajamos hasta la ciudad de Los Ángeles, donde es asesinada Ekaterina Maksimova, la hija de un poderoso miembro de la mafia rusa. A la detective Elizabeth Delgado le es asignado un caso a priori sencillo, pero que se verá complicado por los vínculos de la fallecida. La injerencia del agente del  FBI Michael Poulsen provocará el consiguiente enfado de la detective, por lo que su relación está viciada desde su inicio. Por su parte, el padre de la víctima enviará a su mejor sicario para que resuelva el asunto a la manera que lo hacen en su mundo, aplicando la ley del talión. A partir de ahí, se sucederán los interrogatorios, las sospechas, las torturas, los golpes y el correr inevitable de la sangre de no pocos personajes relacionados con Katya y su muerte, ya sea bajo el marco de la legalidad o de la venganza.
     Aunque la historia pueda parecer demasiado truculenta, dentro de la novela se desarrollan varias tramas paralelas que dejan ver aspectos más íntimos de los personajes que nos ayudan a entender el porqué de sus actos presentes y pasados. Ni todos los policías son rocosos e insensibles, ni todas las bailarinas son frágiles y endebles. Tras la faz de cada uno se oculta una profundidad que la autora sabe trazar con acierto en cada uno de ellos.
     Como parece ser habitual en sus textos, los seres que forman parte de su universo literario ofrecen una amplia gama de actitudes. Mientras que hallamos personajes planos que cumplen la función para la que han sido creados sin rechistar, los protagonistas se rebelan, van perdiendo sus aristas y se redondean a medida que avanzan los capítulos hasta adoptar actitudes que no esperábamos de ellos y que sorprenden al lector habituado a que los malos sean siempre malos y los buenos, buenos.
     En Zed está muerto Arantxa Rufo logra lo que no todos los escritores noveles son capaces de hacer, superar con su segunda publicación a la primera. El miedo a decepcionar a su público suele atenazar la pluma de muchos autores; no obstante, a ella parece haberla motivado luchar contra las expectativas al crear una historia aun mejor que la anterior.
     En una lectura profunda de la misma, se percibe una madurez narrativa en este nuevo texto y un trabajo más concienzudo al elaborar la trama y perfilar a unos personajes que el lector termina adorando u odiando. Si el escritor es capaz de que quien se adentra en sus páginas sienta como reales a uno seres que no son más que entes de ficción, es que ha sabido desarrollar bien su trabajo, y Rufo lo ha conseguido de una manera notable.  
     Al ser lectora compulsiva y catar todo tipo de obras, me atrevo a decir que Zed está muerto, pese a ser una novela autopublicada que carecerá de campañas publicitarias pomposas, supera a otras de su género que han sido presentadas al público por editoriales de renombre. Mucho me temo que en los últimos años se está priorizando la imagen pública del autor antes que la calidad de lo escrito, por lo que el mercado independiente está aumentando su valor para quienes sienten apego por la buena literatura.
     El consuelo que nos queda, discreto lector, es que el tiempo colocará a cada cual en su sitio. O no. De momento, te invito a que disfrutes con esta novela de acción en la que el baile y la música se entremezclan con las balas y la sangre para distraernos de lo principal: ¿quién mató a Ekaterina?


     
     

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