domingo, 4 de noviembre de 2018

En tu ausencia

¡Ay, José Braulio! Esta casa ya no es la misma sin ti. Desde que te marchaste hay un hueco enorme en tu lado de la cama y en mi corazón. Por las noches me despierta el silencio; me provoca desasosiego que no resuenen junto a mí tus ronquidos de macho bravo. Echo la mano a un lado, no te encuentro y me da un no sé qué.
Por las mañanas ya no te veo levantarte con el calzón descolgado bajo la panza y los ojos hinchados. Ya no mascullas maldiciones en el desayuno ni te vas a chambear dando un portazo de despedida. Y en la noche, no llegas encabronado y hasta la madre de tragos ni la emprendes a golpes contra mí por los agravios del día, ni me chingas a la fuerza cuando estás urgido nomás.
Yo le rezaba a mis santitos, pero parecía que esto no iba a cambiar ni yendo a bailar a Chalma. Hasta que un día se me ocurrió y mira, me salió chingón. Me afané en prepararte los tamales que tanto te gustaba comer con una chela fresquita, y me quedaron padrísimo. ¡Te lamiste hasta los dedos de gusto! Luego fuiste a echarte un coyotito y de ahí ya no te levantaste más nunca.
¡Ay, José Braulio! Tu muerte daría el gatazo si no merodearan tantos ratones el galpón. A poco todo México va a saber cómo rellené los tamales. Yo, mientras, preparo un altarcito chido y te lloro delante de las comadres: “¡Qué pena que ya no estés, esposo mío!”.

© Erminda Pérez Gil
#DíadeMuertos
Relato finalista en el concurso de Historias del Día de Muertos 2018 convocado por Zenda libros: https://www.zendalibros.com/finalistas-del-concurso-de-historias-del-dia-de-muertos/



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