lunes, 27 de octubre de 2025

Premio Planeta

        El 15 de octubre de 2025 el Grupo Planeta otorgó sendos premios a ganador y finalista del concurso literario que convoca desde 1952 a obras inéditas escritas en castellano. Si bien durante décadas fue un referente de prestigio, en los últimos años el galardón no ha estado exento de polémica. 
    Grandes fabuladores han dejado su nombre escrito en los lomos de estos premios: Ana María Matute, Ramón J. Sender, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, Gonzalo Torrente Ballester, Antonio Gala, Antonio Muñoz Molina, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Juan Manuel de Prada, Espido Freire, Maruja Torres, Rosa Regás, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Skármeta, Álvaro Pombo, Juan José Millás, Eduardo Mendoza y algunas prestigiosas plumas más que cualquiera de ustedes podría echar en falta. 
    En sus orígenes parecía haber más preocupación por la calidad de la novela que por quien la firmaba, mientras que en la última década la impresión es que se prioriza la popularidad del autor al texto. La pregunta que se hace el público no es qué novela ganará, sino a qué conocido premiarán.
    El último ha sido Juan del Val, un colaborador de radio y televisión que se ha infiltrado como tantos otros en el mundo editorial. Su nombre despertó el estupor de no pocos bibliófilos aficionados a los premios que presenciaron indignados cómo recibía la estatuilla y el millón de euros que la acompaña.
    He de reconocer que la designación me dejó indiferente porque no sabía quién era este señor hasta conocer la noticia y porque perdí la inocencia de los concursos literarios hace tiempo. Quien a estas alturas espere que un escritor novel gane este premio millonario es demasiado ingenuo y quien, sin ser conocido, presente una obra al concurso desborda candidez. 
    ¿Para qué malgastar energía, tiempo y tinta en criticar el fallo de un jurado que actúa más como figurante que como tal? El Grupo Planeta es una empresa, no una ONG, y premia a quien le sale rentable. Tiene claro que las cuentas deben favorecerlo y no otorga esa cuantía si no estima que la va a recuperar, ya sea a fuerza de vender libros a incautos o a cambio de mantener una imagen en sus pantallas que resulta atractiva para cierto sector del público.
    Incurrimos a veces en la pedantería de la superioridad cultural o intelectual y juzgamos con desprecio a quienes consumen esta literatura más que cuestionable. La denostamos y miramos por encima del hombro a quien porte un ejemplar del último Premio Planeta. Tal vez, quienes lo compren lo harán por tradición, por tener el libro de un señor que sale en la tele y del que perseguirán una dedicatoria en ferias o encuentros o porque ese tipo de historias les resultan accesibles.
    Lo cierto es que debería darnos igual. Cada cual lee lo que quiere o puede y si no interesa una publicación, no se compra o no se lee, sin necesidad de iniciar campañas contra un sello en el que publican escritores y obras que sí merecen nuestra atención y que no son responsables de que, para mantener un negocio, a veces no se juegue limpio. 
    No obstante, ¿es novedoso premiar a nombres populares? Si observamos la lista anterior de ganadores, salvo los casos de Ana María Matute y Espido Freire, cuyas carreras literarias se vieron impulsadas por el galardón, los demás eran ya escritores consagrados antes de recibirlo. ¿Acaso no apostaba sobre seguro José Manuel Lara Hernández? Tal vez en la actualidad se mantiene un legado que se ha adaptado a los nuevos tiempos que son más visuales y mediáticos. Las caras conocidas venden más; los nombres, también.
    No leeré el último Premio Planeta, su título, con coma deglutida en su cubierta, me provoca rechazo. Le he dedicado ya demasiado tiempo a un libro que no me interesa con este artículo. Así que dejemos la polémica y leamos lo que nos apetezca.
    La fama, ya lo anunciaron los clásicos, es efímera. La turbulencia provocada por este premio caerá en el olvido en cuestión de días o semanas y el próximo año aguardaremos atentos el nombre del siguiente galardonado. El tiempo es el único capaz de colocar cada obra y a cada autor en el lugar que les corresponde.



5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo en todo lo que comentas.
    No hay debate,es una decisión empresarial,no cultural,y obedece a las tendencias del mercado.
    Nada nuevo, como además explicas.
    ¡Me encanta!

    ResponderEliminar
  2. Fantástico el artículo Erminda y fantásticas las reflexiones que haces.
    Abruma lo mediático a quien se deja abrumar. Unos días de debate frívolo a lo María Pombo y poco más.
    Volvamos a nuestras lecturas, sean las que sean.
    Gracias 🤗

    ResponderEliminar
  3. ¿Y quién es ese señor Juan del Val?

    ResponderEliminar
  4. Pues resulta que estoy de acuerdo. Tampoco leeré el libro,por supuesto.

    ResponderEliminar