viernes, 28 de julio de 2023

Buenos días, tristeza

    Cuando la jovencísima François Sagan (Carjac, 1935-Honfleur, 2004), seudónimo de François Quoirez, escribió Buenos días, tristeza, contaba con tan solo dieciocho años y ni ella misma pudo imaginar el impacto que iba a tener una novelita escrita casi como un juego literario. Su primera incursión en el mundo editorial tuvo gran éxito de público, además de recibir el Premio de la Crítica en Francia.
    Después de esta, le siguieron otras novelas, obras de teatro y ensayos o artículos periodísticos que nunca superaron su primera publicación. En 1958, Otto Preminger adaptaría al cine la exitosa novela de la joven promesa.
    Sin embargo, el éxito prematuro la hizo deambular en distintos vicios y el desenfreno la llevó a ingresar en centros de cura que lograron solo amortiguar temporalmente su estilo de vida. Pese a su fama, los últimos años vivió enferma, arruinada y con problemas con la justicia. Muchos señalan que una soledad permanente habitaba en su interior y que, por mucho que lo intentó, no logró evadirla.
    Buenos días, tristeza es un relato de amor y celos narrado por una protagonista de diecisiete años que pasa un verano de vacaciones con su padre en la costa francesa. La muchacha, que vivió durante años en un internado, se siente muy apegado a su padre y le consiente sus devaneos como parte del carácter de su progenitor, con el que ella empatiza. Todo se tuerce cuando Anne, una antigua amiga de su fallecida madre con la que la niña convivió un tiempo, va a pasar unos días a su casa de veraneo y su padre abandona a Elsa, la muchacha con la que estaba, por ella.
    Esta relación madura y equilibrada despierta los celos y la animadversión de la muchacha, que no soporta ver a su padre sometido por el amor. A su vez, ella toma el relevo de su progenitor y entabla una relación con un muchacho por el que solo siente curiosidad como una forma de soportar el vacío.
    Cécile, disgustada por el control que ejerce Anne sobre sus vidas, pergeña un plan para romper la relación de su padre y la que ella considera una intrusa. No obstante, la joven se debate entre el odio y el arrepentimiento, pues no deja de reconocer que Anne en realidad es una buena influencia.
    La protagonista enredará la situación hasta un límite en que todo estalla de la peor manera posible y el lamento se funde con la satisfacción.
    Dividida en dos partes que marcan el devenir de la historia, esta novelita corta se lee de un tirón por la intriga que despierta en el lector las argucias de una muchacha insatisfecha que nunca está contenta con lo que le sucede. A pesar de que se trata de una obra de iniciación, es, sin duda, una buena elección para pasar un buen rato.


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