A lo largo de este mes de octubre nos hemos limitado a leer cuatro novelas de Benito Pérez Galdós, dos de ellas, Episodios nacionales de la segunda serie. Empecemos.
El amigo Manso, publicada en 1882, forma parte de la novelas españolas contemporáneas en las que Galdós critica la sociedad madrileña de la Restauración. Máximo Manso es un profesor ilustrado que desprecia el exceso de bienes materiales y destaca por su bonhomía. Se ve obligado a tener como discípulo a Manuel Peña, un joven rudo pero de buen ver que le arrebata el amor de la única mujer por la que se ha interesado Manso. La vida de este se complica con la llegada de su hermano y su familia de Cuba y con el despertar de amor por la joven Irene. Frente a su rectitud se erigirán las falsas apariencias que pueblan Madrid en la forma de la codiciosa doña Cándida y José María Manso, quien desea medrar en política por puro interés personal. En esta novela destacan sobre todo su inicio y la sorpresa final que nos reserva el narrador en primera persona:
«Yo no existo... Y por si algún desconfiado o terco o maliciosillo no creyese lo que tan llanamente digo, o exigiese algo de juramento para creerlo, juro y perjuro que no existo; y al mismo tiempo protesto contra toda inclinación o tendencia a suponerme investido de los inequívocos atributos de la existencia real. Declaro que ni siquiera soy el retrato de alguien, y prometo que si alguno de estos profundizadores del día se mete a buscar semejanzas entre mi yo sin carne ni hueso y cualquier individuo susceptible de ser sometido a un ensayo de vivisección, he de salir a la defensa de mis fueros de mito, probando con testigos, traídos de donde me convenga, que no soy, ni he sido, ni seré nunca nadie.»
Dentro de este mismo ciclo de novelas se halla Lo prohibido, obra escrita entre 1884 y 1885 que no supone una crítica directa a la situación política del momento, sino más bien un retrato de una sociedad que ha superado la fiebre revolucionaria e intenta adaptarse a su nueva situación. La aristocracia venida a menos y los nuevos ricos caen en un afán de despilfarro desmedido que arruina a unos y a otros mientras fingen una riqueza de la que carecen. Las apariencias serán la moneda de cambio en una sociedad en la que se relaja la moral, pero se sigue usando la crítica. Así veremos como José María Bueno de Guzmán llega a Madrid rico y sin preocupaciones tras vender sus propiedades vinícolas con el afán de disfrutar de la vida. Soltero empedernido, se encapricha de Eloísa, una de sus tres primas casadas, con quien mantiene un idilio en el que derrocha parte de su fortuna para satisfacer los caprichos de ella. Cuando se hastía de esta relación, dirige sus afanes a su prima menor, Camila, a quien siempre había considerado fea, soez y ordinaria; sin embargo, esta se niega a caer en sus redes, algo que obsesiona y trastorna a un hombre acostumbrado a conseguir con dinero todos sus propósitos.
Continuamos con dos novelas de la segunda serie de Episodios nacionales que versan sobre los mismos hechos: la corrupción política durante el reinado de Fernando VII.
Memorias de un cortesano de 1815 (1875) es el segundo capítulo de esta segunda serie en el que se narra en primera persona el ascenso social de Juan Bragas de Pipaón, un personaje rústico que fue presentado en el capítulo anterior y que ha sabido «arrimarse a los buenos» para escalar posiciones y enriquecerse hasta alcanzar el selecto círculo que rodea y asesora al monarca. En la descripción de los ardides políticos Galdós realiza un retrato esperpéntico de la política del nefasto rey.
En la misma línea continúa el tercer volumen de la segunda serie, La segunda casaca, publicado en 1876, en el que se relatan los acontecimientos previos al Trienio liberal. Con Juan Bragas de Pipaón de nuevo como personaje central, recuperamos a su amigo Salvador Monsalud, un afrancesado perseguido por la justicia española, y a su enemigo Carlos Navarro. En este Episodio se denuncia el nepotismo en el reparto de cargos y se delatan aquellos oportunistas que apoyan a quien tiene el poder, pues son capaces de cambiar de discurso tras la sublevación del general Riego. La fidelidad al rey dura lo que el dinero en Madrid: nada.
Las largas noches invitan a leer. Continuaremos en noviembre con más Galdós.
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