el pie que en ella su cuerpo ha posado,
dulce nardo que su peso ha marcado
y tras partir veloz su ausencia sella.
¿Habré de buscarte tras una estrella
oculto entre los pliegues del pasado,
o en los brazos de una diosa acunado
enlazando con tus manos las de ella?
Déjame besar tu planta despacio,
lamer golosa tu hermoso tobillo,
morder tus dedos sin causarte daño.
No permitas que algún miedo reacio
te haga huir de mis labios cual chiquillo.
Sabes que en silencio, mi bien, te extraño.
© Erminda Pérez Gil
Bellísimo, Erminda. Lo he impreso para marcar mi lectura actual.
ResponderEliminarEnhorabuena.