lunes, 12 de septiembre de 2016

Hombres desnudos

     Desde que en 1952 José Manuel Lara, presidente de la editorial Planeta hasta su fallecimiento en 2003, decidiera convocar un premio literario para promocionar a los novelistas españoles, han sido sesenta y cuatro autores (no todos españoles) los que pueden jactarse de contar con este galardón y la fama que él conlleva.
     Para dirimir este premio, Planeta siempre ha contado con grandes escritores (a algunos de los cuales les fue concedido este premio con anterioridad), además de importantes profesores de literatura. Durante los primeros años, el premio se otorgaba en Madrid, pero a partir de 1959, pasó a celebrarse en Barcelona. El primer ganador, que recibió un montante de 40.000 pesetas (al año siguiente serían 100.000 pesetas), fue Juan José Mira, gracias a su novela En la noche no hay caminos. La última en ser premiada en el año 2015 (próximamente conoceremos el ganador de la LXV edición de 2016) ha sido la escritora Alicia Giménez Bartlett por su obra Hombres desnudos por la que recibió 601.000€.
    Alicia Giménez Bartlett (Almansa, Albacete, 1951) es una narradora conocida para los lectores españoles de novela negra gracias a la saga protagonizada por la inspectora Petra Delicado, de la que además se creó una serie para televisión en 1999. Sin embargo, al margen de este personaje (del que ha publicado diez entregas), la autora ha editado otras diez novelas y tres libros de relatos, además de haber obtenido diversos premios literarios (en 1997, el premio Femenino Lumen por Una habitación ajena; en 2011, el LXII Premio Nadal por Donde nadie te encuentre; y en 2014 y 2015, El Premio Pepe Calvalho). Sus obras han sido traducidas a quince lenguas.
     Con Hombres desnudos Giménez Bartlett se hace eco de la problemática sufrida en nuestra sociedad a consecuencia de la crisis económica de los últimos años. No nos resulta extraño encontrarnos a un joven (Javier), con estudios universitarios y una vida tranquila, que de la noche a la mañana ve trastocada su situación al perder su empleo y no serle posible encontrar otro. Frente a los problemas económicos, veremos otro personaje (Irene) a quien no le falta el dinero pero que vive angustiado por motivos emocionales. Frente a este par de muestras de las desgracias sociales, se erigen otros dos personajes que, a su manera, han aprendido a sortear las dificultades que los acucian para sobrevivir en un entorno hostil sin caer en el abismo. La novela gira en torno a estos cuatro seres que coinciden por los avatares del destino y que se mezclarán en la coctelera de la vida hasta obtener un curioso e inesperado resultado.
     La novela está construida de un modo bastante particular. Se emplea un narrador en primera persona que va cambiando a lo largo de los capítulos y tomando el punto de vista de cada uno de los personajes. Tal es así, que no sólo sabemos lo que hacen o dicen en cada momento, sino también lo que piensan mientras conversan con otros. Es interesante observar cómo en ocasiones los pensamientos contradicen las palabras emitidas.
     La historia, que a priori puede parecer triste y sórdida, resulta bastante divertida, sobre todo gracias a dos de los personajes: Iván, un joven proveniente de los bajos fondos que ha sabido superarse gracias a su visión optimista de la vida; y Genoveva, una divorciada de más de cincuenta años que se dedica a disfrutar al máximo de cada momento. Sin embargo, existe un extraño equilibrio entre lo jocoso y lo deprimente que deja al lector cierto regusto ácido en el paladar al concluir el libro. Al leer esta novela uno se da cuenta de que las decisiones que se toman siempre son relevantes y traen consecuencias, que todas las personas somos susceptibles de cometer acciones que creíamos impensables para nosotros, que no debemos dejar que nos venza la desgana y la pasividad que nos acomoda a situaciones fáciles, y que, por muy mal que vayan las cosas, siempre pueden ir peor.
     Con todas estas moralejas, resulta una novela interesante que hará reír al lector, mas también reflexionar sobre numerosos asuntos vitales. Y, aunque no lo creamos posible, nos inducirá a justificar determinados hechos o conductas que, con anterioridad, nos parecerían ideas descabelladas. 


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