miércoles, 21 de septiembre de 2016

La realidad y el deseo

      El 21 de septiembre de 1902 nacía en Sevilla Luis Cernuda.
    Creció en un ambiente familiar pequeño-burgués algo estricto debido a la carrera militar que ejercía su padre, lo que quizá provocó que desde pequeño fuera un niño tímido e hipersensible que se rodeaba de pocos amigos, pues prefería la soledad y la meditación. Esta introspección desarrolló en él una sensibilidad poética que aumentó al leer a escondidas las obras de Bécquer animado por sus primas cuanto sólo tenía nueve años. Será en su etapa adolescente cuando empiece a escribir sus primeros versos, que, al ser elogiados por su maestro de retórica, le granjea el desprecio y el consecuente aislamiento de sus compañeros. Según confiesa el propio Cernuda en Historial de un libro y Ocnos, sus inicios poéticos coinciden con su despertar sexual y la asunción de su orientación homosexual. Todo ello marcará el futuro de un poeta que se sentirá marginado, lo que reflejará en sus versos y en su contacto con la sociedad.
      En 1919 inicia la carrera de Derecho en Sevilla, y en el ambiente universitario conocerá a Pedro Salinas, quien lo animó a acceder a los clásicos y formarse a través de la lectura. Termina su carrera de Leyes en 1925, aunque nunca la llegará a ejercer, pues en 1923, mientras realizaba el servicio militar, había decidido dedicar su vida a la poesía. El año en que concluye sus estudios conoce a Juan Ramón Jiménez y a otros escritores y publica sus primeros versos en la Revista de Occidente.
      Por fin en 1927, a través de la revista malagueña Litoral, publica su primer libro: Perfil del aire. Aunque recibe duras críticas que lo acusan de poco original y nada moderno, Cernuda logra sobreponerse a ellas y escribe Égloga, Elegía y Oda, donde queda patente la huella de Garcilaso. En diciembre de ese mismo año se lleva a cabo el conocido homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla con la asistencia de los escritores venidos de Madrid ("la brillante pléyade"). Cernuda participará como asistente, pero tendrá la oportunidad de conocer, entre otros, a Federico García Lorca.
     En 1928 fallece su madre y el poeta decide abandonar su ciudad natal. Permanece una temporada en Málaga, donde se relaciona con Altoaguirre, Prados e Hinojosa, para luego trasladarse a Madrid. En los ambientes literarios capitalinos conocerá a Vicente Aleixandre. En noviembre de ese año parte hacia Toulouse, gracias a que Salinas le había conseguido un lectorado. Durante el tiempo que permanece en Francia se acercará a la poesía surrealista que marcará su tercer poemario, Un río, un amor.
    En el verano de 1929 regresa a Madrid, donde fijará su residencia. De nuevo se vinculará al ambiente literario de la ciudad y encontrará trabajo en la librería de León Sánchez Cuesta. Sin embargo, la pérdida de un lectorado en Oxford en favor de Dámaso Alonso, va a agriar aun más su visión del mundo y de su entorno, como reflejará en su libro Los placeres perdidos.
     En 1932 mantiene una relación amorosa con Serafín F. Ferro que inspirará los poemas de Donde habite el olvido. A partir de entonces, no le será fácil publicar sus textos, y sólo aparecerán algunos de sus poemas en determinadas revistas.
    Aunque nunca se vinculó demasiado con la política, su adhesión a la República viene determinada por su participación en 1934 en las Misiones Pedagógicas. Ese mismo año logra publicar Donde habite el olvido, obra que, pese a ser el quinto libro que había escrito, fue el segundo en ser editado.
     Para darse a conocer definitivamente entre el público, Cernuda decide recopilar toda su obra poética en el volumen La realidad y el deseo en abril de 1936. El veinte de ese mes, Lorca presentará el libro en el último acto conmemorativo que, como grupo, organizaría la Generación del 27.
     Cuando se produce el alzamiento militar, Cernuda marcha a París como secretario del embajador Álvaro de Albornoz, aunque regresan a Madrid en septiembre. El poeta se une a la causa republicana llevando a cabo manifiestos radiofónicos, fundando la revista Hora de España (donde publicará sentidas elegías dedicadas a Lorca) junto a Rafael Alberti, y como voluntario de las milicias populares.
     En febrero de 1938 abandona España e inicia un exilo que nunca acabará. Residirá los siguientes nueve años en el Reino Unido, trabajando en diversas universidades británicas, periodo en el cual escribe Ocnos, poemario publicado en Londres en 1942.
    En 1947 se traslada a Estados Unidos, donde trabajará como profesor. En 1952 se mudará a México y vivirá en la casa de Concha Méndez. Durante unos años colaborará con alguna revista española e impartirá clases, hasta que en 1960 regresa a Estados Unidos. Durante sus últimos tres años de vida dará cursos, conferencias, lecturas... En 1962 publicó Desolación de la Quimera y recibió un homenaje en la revista valenciana La caña gris
    En 1963 se halla en una baja situación anímica y física, por lo que regresa a México. El 5 de noviembre de ese año, mientras residía en a casa de Concha Méndez, sufre un repentino ataque al corazón y fallece. Sus restos mortales fueron enterrados en el Panteón Jardín de la ciudad de México. 



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