martes, 19 de abril de 2016

Martes, 19 de abril de 1616

El lunes 18 de abril de 1616 Miguel de Cervantes recibió la extremaunción. Un día después, recuperadas quizás las fuerza, o como hálito final de quien está próximo a expirar, escribió, según don Alfredo Alvar Ezquerra, "una de las páginas más bellas, más plenas y más impresionantes que jamás ha redactado un ser humano", la Dedicatoria de Los trabajos de Persiles y Segismunda, historia setentrional. Como afirma el Dr. Alvar, "El preliminar a la obra es el epílogo de su existencia".

Conde de Lemos, de Andrade, de Villalba;
Marqués de Sarriá, Gentilhombre de la Cámara de su Majestad,
Presidente del Consejo Supremo de Italia,
Comendador de la Encomienda de la Zarza,
de la Orden de Alcántara

Aquellas coplas antiguas, que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan:

Puesto ya el pie en el estribo,

quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras la puedo comenzar, diciendo:

Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.

Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a Vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a Vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos, y por lo menos sepa Vuesa Excelencia este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle que quiso pasar aun más allá de la muerte, mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía me alegro de la llegada de Vuesa Excelencia, regocíjome de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas, dilatadas en la fama de las bondades de Vuesa Excelencia. Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de las Semanas del jardín, y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía, que ya no sería ventura, sino milagro, me diese el cielo vida, las verá, y con ellas fin de La Galatea, de quien sé está aficionado Vuesa Excelencia. Y, con estas obras, continuando mi deseo, guarde Dios a Vuesa Excelencia como puede. De Madrid, a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y seis años.

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