Desde hace muchos años sentía curiosidad por leer Guerra y paz; sin embargo, no había tenido la serenidad o el tiempo suficiente para enfrentarme a esta extensa novela que muchos rechazan por su longitud y otros por la pormenorizada descripción de sus combates (Tolstói visitó en 1867 Borodinó para trazar los movimientos de la batalla). El periodo de confinamiento obligatorio resultó ser el momento adecuado para entregarme a una obra que contiene mucho más que guerras y paz.