Por qué demonios sus dueños los han abandonado en ese
inhóspito lugar, por qué se han marchado dejándolos helados en un sitio tan
frío.
Ellos, que estaban acostumbrados a la calidez en la que se cobijaban, tiritan asustados en esa sala blanca sobre la que vibra una tibia luz fluorescente. Los engañaron, los animaron a salir presurosos en manada para luego introducirlos en un aséptico frasco. ¿Cuándo abrirán el congelador para sacarlos de allí? Y lo que más los angustia es qué desconocido óvulo tendrán que fecundar.
© Erminda Pérez Gil, 2016
Ellos, que estaban acostumbrados a la calidez en la que se cobijaban, tiritan asustados en esa sala blanca sobre la que vibra una tibia luz fluorescente. Los engañaron, los animaron a salir presurosos en manada para luego introducirlos en un aséptico frasco. ¿Cuándo abrirán el congelador para sacarlos de allí? Y lo que más los angustia es qué desconocido óvulo tendrán que fecundar.
© Erminda Pérez Gil, 2016
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