Hoy debe ir por primera vez al instituto
de secundaria. Está nervioso porque desea que todo salga bien. Quiere ofrecer
buena imagen, que vean que es un chico con todas las capacidades adquiridas y
que está preparado para la nueva fase.
Llega a la hora adecuada y espera su
turno mirando al suelo hasta que lo nombran. Entra en una aséptica sala blanca
con mobiliario de metal gris que ofrece una sensación inicial muy agradable. Le
indican que se siente en un cómodo sillón reclinable, que pose sus manos en los
brazos del asiento y su cabeza en el respaldo. Al hacerlo, una especie de
esposas gruesas rodean sus muñecas y sus tobillos para asegurar su inmovilidad.
Un ligero hormigueo de inquietud remueve su estómago a pesar de saber que todo
esto forma parte del proceso habitual. Respira profundamente y se concentra, es
su deber.
Un brazo retráctil se acerca a su
cráneo. Cuando se halla a la distancia adecuada, se detiene y de su extremo
surge un elemento punzante que ha de introducir un diminuto microchip en su
hipocampo. Un mínimo pinchazo casi imperceptible le otorgará toda la
información académica de cuatro cursos de secundaria en un único segundo. Los
contenidos quedan almacenados en los lóbulos adecuados del cerebro y el usuario
podrá acceder a ellos de manera sencilla; solo con el pensamiento podrá buscar
la respuesta que necesita a cualquier pregunta que se le plantee. El pequeño
chip contiene tanto textos escritos como audios, mapas interactivos e imágenes
reales. Da igual el idioma en que se hallen, pues el interesado recibe a la par
el dominio de las tres lenguas más importantes de la actualidad: inglés,
español y landino (este último es el idioma internacional de las naciones), por
lo que se facilita su comprensión.
Una vez que está insertado, se lleva
a cabo un recorrido virtual por el almacenamiento para que el receptor se
familiarice con él. Podrá escuchar, leer o visionar la información dentro de su
cerebro como si se tratara de recuerdos que tuviera recopilados en sus lóbulos.
Esta fase es fundamental para evitar que el cliente pueda confundir los
contenidos académicos con experiencias vividas y se produzca una evasión de la
realidad irreversible. La respuesta de los usuarios suele ser muy positiva,
pues aceptan la educación como un juego de búsqueda y no como un proceso arduo
y tedioso, tal y como estaba institucionalizado en el pasado y que provocaba el
abandono y fracaso de muchos individuos potencialmente aptos.
Las autoridades educativas están
orgullosas de su proyecto ya que, además de que los resultados estadísticos son un
éxito (tan solo un 0,002 por ciento de los injertados sufre rechazo mortal), se han reducido los costes en infraestructuras, mobiliario, material
fungible y personal docente de manera espectacular. Además, la conflictividad
escolar y el acoso han desaparecido, como es natural en cualquier sociedad
civilizada.
Tras una hora de reposo el chico abandona
el recinto. Ha recibido tal cantidad de información que sigue algo aturdido. Aun
así, está satisfecho, de esta manera se ha evitado cuatro largos años de
madrugones para soportar seis soporíferas horas diarias de clases. Al menos eso
le han explicado, porque él realmente no sabe nada al respecto, pues nunca ha
ido a la escuela ni ha visto ninguna.
Sin embargo, en su
lóbulo temporal se oculta un viejo y borroso recuerdo: una mujer mayor, cuyo
rostro le es ligeramente familiar, le relata lo divertidos que eran los recreos
del colegio y cómo jugaba con sus amigos. Esas palabras le suenan extrañas.
¿Qué es un amigo? Él siempre está solo, como es lo habitual en los seres
humanos. Decide buscar ese término en el nuevo chip, pero lamentablemente no
aparece. La palabra ha caído en desuso y ha sido eliminado del diccionario.
#Ciencia Ficción
#Ciencia Ficción
No hay comentarios:
Publicar un comentario