domingo, 20 de abril de 2025

Adiós a la magia

     El 13 de abril de 2025 los hijos de Mario Vargas Llosa anunciaron el fallecimiento de su padre a los 89 años. Pese a ser mundialmente admirado y haber sido reconocido con premios como el Nobel, el Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Rómulo Gallegos o el Planeta, su familia mantuvo su deseo de evitar las ceremonias públicas y mantener la privacidad en su deceso. Con el escritor peruano se extingue la generación más conocida de las letras sudamericanas del siglo XX, la del boom de los años sesenta, el grupo del Realismo mágico. 
    Vargas Llosa nació en 1936 en Arequipa, Perú, aunque el devenir de la vida lo asentaría en ciudades como Barcelona, Londres, París, Nueva York o Madrid. Encontraba su inspiración en los clásicos y admiraba a Flaubert y a Jean Paul Sartre. Dejó su lista de obras recomendadas para los discretos lectores.
    Inició sus pasos en la narrativa con un volumen de cuentos, Los jefes (1959), pero la fama lo alcanzaría unos años después con su primera novela, La ciudad y los perros (1962), por la que obtuvo el Premio Biblioteca Breve en 1963. Tres años después recibiría el Premio Rómulo Gallegos por su segunda novela, La casa verde. A partir de ese momento se sucedieron las publicaciones que oscilaban entre la crítica social y política en obras como Conversación en la Catedral (1969) o La guerra del fin del mundo (1981) y el humor y la sátira con Pantaleón y las visitadoras (1973) o La tía Julia y el escribidor (1977), hasta alcanzar las veinte novelas que forman un corpus narrativo de obras inolvidables como La guerra del fin del mundo (1983), Lituma en los Andes, por el que recibió el Premio Planeta en 1993, La fiesta del chivo (2000), su novela de dictador que seguía la estela de sus contemporáneos Carpentier, Roa Bastos, García Márquez o Uslar Pietri, hasta su última novela publicada en 2023, Le dedico mi silencio, con la que se despidió de la narrativa. 
    Escritor incansable, alternaba la ficción con el ensayo y el artículo de opinión, vehículos expresivos a través de los que mostraba su percepción del mundo y su punto de vista sobre los acontecimientos de su época. Muy crítico con los distintos sistemas políticos, osciló desde la rebeldía juvenil a un conservadurismo forjado por las desilusiones de unos ideales que no cumplían las expectativas.
    Con su muerte queda vacía no solo la silla L de la Academia Española de la Lengua, sino toda una generación de escritores que desarrollaron una narrativa poderosa y chispeante que nació en América y cruzó el océano para embriagar a los lectores europeos, quienes los acogieron como a ídolos de las letras. El realismo mágico queda huérfano tras desaparecer el último de sus precursores. Aun así, nos quedan los libros, las historias forjadas en naturalezas y realidades inimaginables para quienes, como Colón y sus acompañantes, habitan al otro lado del mar.
    Siempre recordaré aquella mañana en que mi profesora de Literatura me recomendó leer Los jefes y Los cachorros. Todo un mundo de historias inverosímiles se abrió ante mis ojos de catorce años que bucearon en la biblioteca para continuar tirando del hilo mágico de esa nueva realidad. Gracias a Vargas Llosa, a García Márquez y a todos los que nos hicieron vibrar con sus páginas. A ellos va dedicado este réquiem.


    

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